Hace año y medio que Juan Carlos Dolz y Carlos Paños se conocen. Les unió su afición por la motocicleta Vespa. Lo que no sabían entonces es que su pasión por el Camino de Santiago les haría inseparables, al menos durante 43 días, que es lo que han tardado en llegar a la catedral compostelana desde sus respectivos domicilios en Burriana y Castelló. “La experiencia ha sido inolvidable. Convivir tantos días con otra persona era un reto, pero no hemos discutido ni una vez. También es cierto que como a las siete se cena, a las nueve estás en la cama y bien pronto ya estás caminando tienes poco tiempo para reñir”, bromea Juan Carlos.

Pese a que el kilómetro cero de ambos estuvo en su vivienda, lo cierto es que ambos partieron la ermita Sant Jaume de Fadrell, junto a la carretera que une Almassora y el Grau de Castelló. Los siguientes puntos en la provincia para estos jubilados de 64 y 67 años fueron La Pobla Tornesa, Sierra Engarcerán, Mas de la Segarra, Santuario de Vallivana, Morella y Sorita, para ya pasar a Aguaviva, Teruel. “Lo malo del principio es que no coincides con peregrinos. Cuando llegas a Logroño a partir de ahí ya está todo más preparado, lleno de albergues y servicios”, incide Juan Carlos, que añade que en un principio pensaban completar el recorrido en tres días más de lo que lo consiguieron: “Hemos ido de peregrinos de verdad; no de vacaciones. No ha sido un viaje turístico o gastronómico, sino tipo austero como se hacía antiguamente. Normalmente comprábamos la comida y la hacíamos en los albergues”.

Carlos (i) y Juan Carlos, bajo la ermita de la Magdalena al comienzo del duro recorrido de más de 1.200 kilómetros. MEDITERRÁNEO

Admiten estos castellonenses que antes de realizar el duro recorrido pensaban que iban a realizar “una hazaña épica”, pero una vez en el Camino su recorrido les supo a poco: “Nos encontramos con una chica de 22 años que iba a Santiago desde Barcelona sola y después volvía. Después conocimos también a una brasileña que iba desde Roma caminando, pero es que no contenta con eso desde Compostela iba a Finisterre y después a Fátima, en Portugal”. Pese a estas gestas, no hay que quitar un ápice de mérito a los más de 1.200 kilómetros que completaron estos caminantes en 43 días: “Por suerte no hemos sufrido ninguna lesión. Alguna llaga al principio, pero íbamos bien entrenados”.

Los dos caminantes, en el Arco de Cabanes. A la derecha, Juan Carlos señalando los 564,4 kilómetros que les restaban hasta la meta. MEDITERRÁNEO

Dos todoterrenos de la ‘terreta’

Para ir preparados al Camino, Juan Carlos completa a diario 20 kilómetros caminando, y Carlos era también todo un experto en llegar a la ciudad del apóstol: “Quería hacer este recorrido ya antes de la pandemia. La idea al principio era irme solo, pero al conocer a Juan Carlos decidimos ir juntos. Me gusta tanto que el año que viene ya estoy preparando otro tramo; para mí es como una droga porque una vez empiezas ya no puedes parar”.

Carlos, señalando Morella con el bastón. La capital de Els Ports fue una de las primeras paradas. MEDITERRÁNEO

No ocultan ambos jubilados que “en casa al principio no se creían” que fueran capaces de completar este duro recorrido: “La clave es ir preparado y no pensarlo mucho. Hay que ponerse la mochila al cuello y salir por la puerta. Yo sabía que si esperaba mucho más quizá ya no podía hacerlo”. Hablando de mochilas, Carlos Paños nos explica qué hay que llevar y qué no hay que llevar en ella: “Lo que no hay que llevar es ningún ‘por si acaso’. Con un par de pantalones, calzoncillos, camisetas, calcetines y un chubasquero ya va bien. Te recomiendan llevar el 10% de tu peso; es decir, si pesas 80 kilos, no más de 8, pero ojo hay que descontar el kilo y medio de la mochila vacía y la botella de agua”.

Colegiata de Santa María de Cluni en Villafranca del Bierzo, municipio de la provincia de León. MEDITERRÁNEO

Carlos Paños indica también para los interesados en seguir sus pasos que “octubre es la mejor fecha porque no hay tanta gente como en verano, ni hace tanto calor o frío como en verano e invierno”. Juan Carlos, eso sí, recuerda una jornada en concreto en la que ambos tuvieron “que rezar a todos los santos. Nos pilló una tormenta y teníamos miedo que nos diera un rayo porque no teníamos donde guarecernos”. 

Los dos certificados que confirman que Carlos Paños y Juan Carlos Dolz completaron el Camino desde Castelló y Burriana respectivamente. MEDITERRÁNEO

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