"Dejar arrumbada una instalación de trolebuses en su cocherón, vehículos, subestaciones y tendidos con un costo superior a 17 millones de pesetas sería un fracaso del que seríamos todos responsables ante los ojos del pueblo", advertía el presidente de la Diputación de Castellón, José Ferrer Forns, en una carta confidencial al director general de Ferrocarriles. Era el 28 de febrero de 1961. Ferrer intentaba vencer la negativa del Ministerio de Obras Públicas a conceder al ente provincial el permiso para explotar la línea de trolebuses entre la Vall d´Uixó y Benicàssim por temor a que fuera un tremendo fiasco económico.

Lo fue. La solemne inauguración en la plaza Fadrell del primer enlace en trolebús entre el Pinar del Grao y Vila-real el 18 de julio --justo 25 años después del alzamiento militar de 1936-- dio paso a 8 años de ruinoso servicio público hasta que, en 1969, los cuatro trolebuses marca Pegaso fueron arrinconados en la cochera circular de la avenida Valencia.

Ahora, 38 años después de aquello, la Generalitat y el Ayuntamiento de Castellón tramitan un proyecto al que han bautizado como Tvrcas y que guarda muchas similitudes con aquel intento de popularizar unos vehículos adquiridos individualmente por 325.000 de las antiguas pesetas.

Legajos históricos

Según rememoran los 8 archivadores repletos de amplia documentación depositados en el Archivo Provincial, la Diputación aprobó el proyecto inicial del trolebús en noviembre de 1942. La pretensión del ingeniero Adolfo Machinandiarena era comprar siete unidades e instalar potentes catenarias de 1.200 voltios que unieran la Vall d´Uixó con Benicàssim a través de Nules, Vila-real, Burriana, Castellón y el Grao.

La escasa capacidad tecnológica de la Empresa Nacional de Autocamiones frustró los planes iniciales y obligó a la Diputación a modificar el proyecto en abril de 1951 para reducir la alimentación de los trolebuses a 600 voltios. Paralelamente, la corporación provincial adjudicó a la empresa donostiarra Eustaquio Romero la instalación de las catenarias. Cada uno de los cuatro vehículos Pegaso adquiridos con fondos públicos disponían de 80 plazas y una longitud de 10 metros.

Pese a las discretas trabas del régimen franquista, la tenacidad de José Ferrer logró el ansiado permiso oficial y, en 1955, la firma contratista empezó a instalar los postes eléctricos entre el Grao, Castellón y Vila-real. Sin embargo, apenas transcurridos doce meses, la Diputación se vio obligada a paralizar las obras por la inconcreción del trazado hacia Vila-real y por discrepancias económicas con Eustaquio Romero. Según los legajos del archivo provincial, la empresa vasca reclamaba al presidente provincial 350.000 pesetas de intereses de demora "al no variar los precios desde el año 1951" mientras "hemos tenido que asumir por nuestra cuenta un almacén en alquiler".

Los 5,4 millones de pesetas que costaba materializar el proyecto del trolebús en 1942 se dispararon hasta rebasar los 17 millones casi 20 años después. La obstinación de José Ferrer prevaleció sobre las estrecheces económicas y los 60.000 habitantes que residían en la capital en 1961 asistieron perplejos a la puesta en marcha de una novedosa infraestructura que discurría por la calle Navarra y la avenida Doctor Clará.

Según la crónica oficial de la inauguración publicada por el periódico Mediterráneo (el 19 de julio de 1961), el trolebús "ha conseguido elevar de rango a nuestra provincia y recuperar también un crédito que la Diputación tenía empeñado", afirmaba la anónima nota.

El acto reunió en la plaza Fadrell de la capital al gobernador civil, Carlos Torres; al alcalde de Castellón, Eduardo Codina; y al obispo de la diócesis de Segorbe Castellón, Josep Pont i Gol, quien bendijo tres trolebuses. La comitiva se desplazó en uno de los vehículos a Vila-real, donde fueron recibidos en la plaza Major por el entonces alcalde de la población, José Ferrer Ripollés.

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