NACIMIENTO CASTELLÓN, 1932

TRAYECTORIA SU EXTENSA OBRA HA VIAJADO O PERMANECE ENTRE EUROPA Y AMÉRICA. COMO REFERENTE DEL EXPRESIONISMO FIGURATIVO ESPAÑOL HA RECORRIDO DIVERSAS TENDENCIAS. HA MERECIDO DIVERSAS DISTINCIONES Y RECONOCIMIENTOS NACIONALES E INTERNACIONALES

Ripollés está en Sevilla. El día de esta entrevista se desplazaba a un tentadero, acompañado por el ganadero Victorino Martín. Ha disfrutado de tardes de toros y de la ciudad sevillana. Luces, aromas y colores que coronan un mes en el que el artista ha inaugurado exposición en El Retiro de Madrid, ciudad en la vivió, amó y luchó políticamente hace más de 30 años. Ahora, sus esculturas y símbolos presiden la primavera madrileña. Un Universo Urbano que ha pasado por Valencia, Córdoba y Sevilla, y que viajará después a Alicante, Portugal, París, Cannes y Niza, ya en el 2010, año en el que Ripo expondrá también en EEUU. Además, el artista acaba de concluir seis nuevas esculturas. Cuenta que ha regresado a Madrid por la puerta grande, y no porque exponga junto a la Puerta de Alcalá. Para Ripollés en la Villa fluye mucha historia vivida y pasada. Madrid es para el artista espacio de regeneración y evolución profesional. Vitalidad, ironía, fantasía, colores, cristal, cobre, hierro... componen este universo íntimo, de sello propio, una naturaleza y composición que parece tejer las entretelas anímicas del artista y del hombre habitado.

--¿Cómo ha sido su regreso con esta exposición a Madrid?

--He tardado en volver, pero ha sido un acontecimiento para mí. Madrid genera unas expectativas diferentes, es de esas cosas que marcan. Es de esos lugares que te pone la ilusión de un niño, porque a otras ciudades se va, todo queda muy bien, pero no puntúa lo mismo que Madrid, no al nivel de coronar y de poner corona al trabajo. No es lo mismo estar en Madrid que en Burgos. Madrid cuenta, como cuenta París, Nueva York o Barcelona. Te viste de ilusión y de luces, te transmite esa fuerza precisa para continuar y trabajar más.

--Ha llegado a Madrid pero ha cambiado de barrio, ¿cómo es su diálogo con una ciudad en la que vivió tanta experiencia?

--La ilusión ha sido la misma que hace 30 años. En Madrid sientes que el tiempo no se mueve. Es vivir la propia temperatura, comprendes que tu tenso barómetro se mantiene, sabes cuándo sube y cuándo baja. Llevo una vida entera dentro de esta profesión, y regresar a Madrid ha supuesto la misma sensación pero con una respuesta de trabajo más cuajada. Me encuentro con más estructura, más fuerza, con una obra más poderosa. La ilusión es paralela al tiempo, y una cosa son los estados anímicos y otra el trabajo, y aquí lo que mide la temperatura es la obra. Mi trabajo está hoy más poderoso, y yo estoy como si el tiempo no pasara. Sigo igual, con las mujeres, el trabajo y con esas ganas de proyección y ese entusiasmo para llevar todo mi quehacer hacia delante. Hoy tengo más poder que cuando tenía 30 años. Y esto mientras dure, duraré.

--Retener el tiempo, no crecer, eso es precisamente lo que ha destacado la prensa de Madrid.

--El artista es como un niño que no acaba de madurar, de ser adulto, por eso mantiene esa frescura en su vida interna. El mundo de la expresión no puede tener miedo, si hay miedo, pierdes ese candor y entusiasmo. La ilusión que tiene el niño se traduce en el oficio. Con ilusión sale ese misterio ante el que no sabes si algo está bien, o está mal. Esa ingenuidad. Lo contrario es el conocimiento, que es cobarde. Te hace cobarde porque te hace conocer el miedo, y entonces no hay riesgo, te retraes. Cuando no existe el conocimiento no existe el miedo. En la vida cotidiana, no valdría esta reflexión pero en el mundo del arte debe ser así. Y en las ciencias, porque el investigador no avanza con miedo. En la política se quiere poner moral al conocimiento, a la investigación, y es un error. En los parlamentos se habla de que si células madre, sí o no, que si clonaciones, y esta conciencia está asustando. Entiendo que hay que pensar en la sociedad, pero el conocimiento no tiene que tener miedo, sino no se llega a conocer lo desconocido. El creador siempre es un niño que se ha hecho mayor sin perder la curiosidad de ese infante que coge un juguete y lo rompe, pero porque quiere descubrir, conocerlo más.

--Curiosidad y asumir riesgos

--En esta vida hay que arriesgarse continuamente, sentir un cambio de sitio. Si no, caes en el fracaso. Nunca he fracasado, no porque no haya tenido situaciones, sino porque nunca he mirado el error como un fracaso. Para mí es una experiencia. Yo no he tenido fracasos, he tenido experiencias. Y es difícil sacar experiencias de lo que conoces, porque siempre se recibe de lo desconocido. Y aquí surge la reflexión, la expresión, la creación.

--¿Castellón es Ripollés?

--Es la ciudad donde vivo y me encanta. Es manejable, tienes mar y montaña; el clima es encantador. Y la novedad que tengo está en que quiero traer a Castellón el ajedrez de cristal de Murano, que también va a viajar a Madrid en otoño.

--¿Cómo siente y valora la transformación de la ciudad?

--El urbanismo cambia la piel de un Castellón que no es el mío, porque de mi ciudad no queda nada. Me encanta vivir en un Castellón que es de otros, y que lo he hecho mío también. El Castellón humano de mi generación está en el desguace. Hoy es una ciudad joven, y soy un integrador. Me he integrado aunque mi ciudad física ha desaparecido. Pero ahora la ciudad ha mejorado, ha cambiado por dentro y por fuera, aunque mi generación ya no esté. Los seres humanos que conozco, con los que he tenido contacto han desaparecido. Por eso hay que integrarse. Si no, te conviertes en un emigrado, como le pasa a gente de mi generación. No se han integrado a la nueva sociedad y los ves flotando. Van a la farmacia, a por el pan y a pasear. Ese es también el mundo del arte. Hay que integrarse en la vida que te rodea. Y me hace sentir que no pasa el tiempo, me gusta estar en contacto con los niños de escuela, con los universitarios, con las generaciones que van a tomar el relevo.

--Parece que vive y trabaja en un tránsito permanente

--Como la vida no me ha jubilado, estoy en contacto vivo con el mundo. Como no me he desintegrado, no me ha tocado reintegrarme. Soy un emigrante interior, cambio sin moverme del sitio. Estoy muy activo, en contacto con los jóvenes artistas, con el relevo generacional, con los de antes. Ese es el misterio. Como continúo activo y no he perdido ilusiones, me he hecho mayor sin sentirlo. Son las condiciones en las que vivo, sin suficiente conocimiento y sin miedo. Soy un niño que no ha crecido.