Castellón es la provincia de España donde más toros se lidian en las calles de sus pueblos y ciudades. La afición a la tauromaquia es antiquísima y la fiesta del bou al carrer y especialmente el bou embolat es señal de identidad de las fiestas populares de la mayor parte de municipios castellonenses. Pero además hay una gran afición a la tauromaquia más seria, la que lidia los toros en las plazas por parte de los toreros que han conseguido doctorarse en el arte de Cúchares. Las plazas de Castellón y Vinaròs son centenarias y por sus ruedos han pasado los mejores lidiadores de la historia. Pese a esta gran afición, no han sido muchos los toreros que han triunfado en la noble lid del toreo en Castellón. Sin duda, el mejor torero que ha dado la historia de la fiesta en Castellón ha sido Pepe Luis Ramírez, que triunfó entre los años 50 y 60, cuando rivalizó con otro gran torero que fue Rodríguez Caro. El hijo de Ramírez, Alberto, fue también torero en los años 90 del pasado siglo, y consiguió lidiar con éxito las primeras plazas del país como Las Ventas de Madrid o la Real Maestranza de Sevilla.

Pero si los Ramírez han sido muy importantes para la historia del toreo castellonense, no lo fue menos el torero del Grao Álvaro Amores, que en aquella semana de junio de 1986, se doctoró como torero tomando la alternativa en una histórica corrida del Beneficencia, que se celebró en el Coso de la avenida Pérez Galdós, organizada, como es tradicional, por la Diputación Provincial que presidía Francisco Solsona. Amores compartió cartel con Francisco Ruiz Miguel, que fue su padrino, y con el torero mutilado Lucio Sendín que solo un año antes perdió un ojo tras una grave cogida. Los tres lidiaron seis bravos toros de la ganadería sevillana de Joaquín Barral, que dieron un excelente juego en la lidia. Álvaro Amores, que aunque nacido en Barbate de Cádiz, es grauero de adopción y se ganaba la vida como panadero en el distrito marítimo, fue el gran triunfador de la tarde con una espectacular faena en la que recibió a sus dos toros a puerta gayola. Fue una tarde inolvidable para todos los aficionados taurinos castellonenses pues, después de 20 años de carencia de toreros de la tierra, un nuevo lidiador irrumpió con fuerza en el planeta de los toros para decir con voz muy alta que Castellón existía en la tauromaquia. H