Recuerdo que en aquellos años de principios de los sesenta, cuando tuvo ocasión de venir a Castellón invitado por la Junta Central de Festejos de la Magdalena, el Comandante Tomás Castaño tenía el porte, la sonrisa y su mirada, la elegancia natural de un galán de cine. Gustaba a las chicas y además encajaba muy bien en un ambiente entre caballeros. Todo un gentleman. Tanto es así que son varios los lectores --hombres y mujeres-- que a través de estos años me han insistido en que dedicara una página de recuerdo en este espacio de ‘Seres humanos’ a quien es en verdad un castellonense, nacido en Castellón, que alcanzó notoriedad como piloto de acrobacias aéreas, deporte con el que ganó competiciones en el mundo y en España. Lo cierto es que ‘rastreando’ la vida del personaje, encuentro una esquela mortuoria del 3 de febrero de 1942 que es el principio sin embargo de lo que hoy estoy contando. Es la noticia del fallecimiento de Erundina Balbás Gironés, apellidos realmente grabados a fuego en la historia cívica de Castellón y se refieren a la madre de María de la Cruz Meneses, a su vez esposa del General del Ejército, Tomás Castaño Carceller.

DE CASTELLÓN A GUADALAJARA // El militar Tomás Castaño era por aquel entonces y durante muchos años profesor de la Escuela de Infantería de Guadalajara. Y, al casarse con María de la Cruz en 1926 y asumir la familia los apellidos de Balbás y de Gironés, el nombre de Castellón planeó ya para siempre sobre todos. María de la Cruz y Tomás habían contraído matrimonio en la capital de la Plana, pues esta es la ciudad donde ella había nacido. Tomás era oriundo de la pequeña villa de Algimia de Alfara, en la provincia de Valencia, junto a Sagunto, aunque los diferentes destinos administrativos con los que el militar había ido jalonando su carrera profesional, les dotaron a todos de aquel talante que admite como natural el tener que acomodarse a vivir donde tiene el trabajo el cabeza de familia.

Matrimonio con diez hijos, los dos mayores nacieron en Castellón, el tercero en Jaca, repartiéndose el resto entre Melilla y Guadalajara. La mayor había nacido en 1927, también llamada Mari Cruz. La pequeña, Pilar, nació veinte años después. Nuestro personaje, el campeón de acrobacias aéreas ha dejado reflejado en su libro de familia que se casó en Tetuán y falleció en Madrid.

LA VIDA // Así que Tomás Castaño de Meneses nació en Castellón el 9 de noviembre de 1928 en la plaza de la Independencia, en la casa número 3, es decir, a la sombra de la mítica Farola, puerta de acceso al Parque de Ribalta, escenario de sus primeros juegos entre les maranyetes. Ya he dicho que el tercero, Antonio, lo hizo en Jaca. Por su parte, Emilio, Juan y Amparo nacieron en Melilla. Después, José Antonio --siempre fue llamado Pepe-- y Carmen, vieron la luz en Guadalajara, y los dos más jóvenes, Enrique y Pilar, también son nacidos en Melilla. De los diez, solamente Tomás y Antonio, después de sus obligatorias clases de Primaria, ingresaron en una academia militar. Antonio llegó a Coronel de Infantería. Tomás eligió la disciplina de Aviación y lo matricularon en julio de 1950 en la Academia General del Aire de San Javier, en Murcia. Convertido en teniente cuatro años más tarde, fue destinado al 43º Escuadrón de la Fuerza Aérea de Tetuán. Allí conoció a Isabel Mansilla, se hicieron novios y contrajeron matrimonio. Tuvieron dos hijos, Tomás y Nicolás. Dicen los archivos documentales que, desde Tetuán, el 21 de febrero de 1957 marchó Tomás a los Estados Unidos, donde realizó la llamada ‘Misión AFB’, en Texas, un curso básico de adaptación y preparación hacia todo tipo de aviones no convencionales.

ACROBACIAS AÉREAS // Lo cierto es que Castaño, al regreso de América, donde también en Laredo hizo un curso de reactores, ascendió a Capitán de Aviación en 1958 y fue destinado a la Base Aérea de Talavera del Real, Badajoz, donde intervino como profesor de vuelo, al tiempo que se sintió atraído por la aviación deportiva y comenzó a participar, primero en Vueltas Aéreas, en competiciones por España y Europa, entrando más tarde en los circuitos de exhibición que tienen lugar como complemento a fiestas mayores o celebraciones de todo tipo, especializándose en las acrobacias aéreas, es decir, en las maniobras realizadas durante un vuelo, corrientemente en los combates aéreos, pero también como disciplina festiva o deportiva, cuando ya se le hicieron familiares las denominaciones en el argot de rizo vertical, también tonel, volteo sobre ala, caída voluntaria en barrena, subida en candelero y, en resumen, lo que constituye un perfeccionamiento en el arte de pilotar los aviones. Tomás Castaño acabó su carrera siendo Comandante Piloto de la Compañía Iberia, ya como destino profesional.

EN CASTELLÓN // En el programa de las fiestas de la Magdalena de 1957, junto a la insistencia en la celebración de muy vistosos Festivales de Coros y Danzas, que tanto público atraían, se encuentra la información de las exhibiciones del rumano Príncipe Cantacuzano en un Festival Aéreo Deportivo Internacional que tuvo lugar en el Estadio Castalia. Aquello fue arrollador en la época y dio pie a la celebración de idénticos festivales conducidos por el Aero Club Castellón en los años siguientes y hasta 1964, ya con el Comandante Tomás Castaño como figura estelar, con parte de su familia celebrando encuentros con calles y gentes de la capital de la Plana, aprovechando que venían acompañando al piloto. María de la Cruz Meneses siempre les decía a sus hijos que las montañas de Castellón eran de color de rosa, consecuencia de la visión de ciertos arbustos en la lejanía. Y entre el mar y el Grau y los cercanos panoramas rosáceos, quedaban las mágicas cabriolas del aviador para gusto y deleite de sus paisanos, los castellonenses. H