Con estos medios que no conocen fronteras (skype) acabo de mantener una larga conversación con el Bermuda High School For Girls de Hamilton, en las paradisíacas islas Bermudas, a muchos kilómetros de distancia y cinco horas de diferencia. Son alumnas avanzadas que, bajo la dirección de una profesora franco-española, Isabel Torres, castellonense para más señas, estudian español. Fueron turnándose en las preguntas, agudas, unas, más sencillas, otras. Querían saber cosas de España, culturales, políticas, folclóricas, etcétera.

La sorpresa fue grande cuando me dijeron que para la práctica del castellano utilizaban un libro editado por el Ayuntamiento de Castellón bajo el título de Tiempo de reflexión, una serie de pensamientos. De él entresacan vocabulario, comentan su contenido y practican la lengua. Me preguntaron por Castellón y por sus habitantes: les dije que era una ciudad mediana (cercana a los doscientos mil habitantes) y les pareció muy grande (las islas Bermudas cuentan con unas 60.000 almas). Les hablé de nuestras cosas, de nuestro paisaje, de nuestra peculiar cultura, de nuestras fiestas, incluso de la Magdalena. Intenté venderles Castellón y provincia. Creo que quedaron muy sorprendidas y hasta emocionadas con esta tierra. Y es que muchas veces no valoramos, por tan próxima, nuestra realidad.

Uno agradece compartir unos momentos la experiencia del vivir cotidiano, aunque sea en la lejanía. H