Luis Berasategui es piloto y preside Aviación sin Fronteras, una asociación humanitaria sin ánimo de lucro que será protagonista el sábado 3 de octubre de la jornada de puertas abiertas que organiza el Impala Sport Club de Castellón, en la que se recaudarán fondos para esta asociación. Aviación sin Fronteras, como explica Berasategui, lleva 16 años en España y cuenta con 450 socios.

De ellos, un amplio número pertenece al mundo de la aviación, desde pilotos y auxiliares de vuelo a personal de tierra, aunque no de una sola compañía aérea, que brindan sus destrezas y ventajas -como la posibilidad de adquirir billetes de avión a precios reducidos- para una buena causa. A ello se suman colaboraciones con compañías aéreas, como Iberia, Iberia Express, Air Nostrum, que ayudan en cuestiones como la donación billetes.

La entidad lleva a cabo 4 proyectos, “en colaboración con entidades y diversas oenegés”, explica. Alas de la Esperanza consiste en que voluntarios de Aviación sin Fronteras acompañen en el trayecto aéreo a niños de otros países, aquejados de alguna dolencia que no se puede tratar en su país de origen por falta de recursos, hasta su llegada a España. Tras recibir la solicitud de una oenegé, un voluntario de Aviación sin Fronteras “recoge a este niño en el país y lo acompaña al destino. El niño se trata, se opera y en un máximo de 3 meses (lo que dura el visado) nos vuelven a solicitar que le acompañemos de vuelta”. “Muchos de estos niños nunca han visto un avión, nunca han salido de su país, podría ser muy chocante para ellos viajar sin acompañante”, señala. El próximo lo harán con Abdou, un pequeño senegalés que tiene un tumor en crecimiento y que casi no puede comer. Va a poder ser operado en Valencia en el 9 d’Octubre a principios del mes que viene. Con Abdou serán ya 25 los acompañamientos realizados dentro del proyecto en este año..

el lado lúdico del aire // Alas de la Sonrisa, desarrollada en España, acerca la “cara simpática” de la aviación a niños y adultos con alguna discapacidad, enfermedad rara, o en riesgo de exclusión social, ofreciéndoles una visita al aeropuerto o a un centro de simuladores. “Les enseñamos los bomberos, la halconera, la torre de control, y en alguna escala intentamos subir a alguna avión. Se lo pasan pipa”, señala.

También colaboran en mensajería solidaria, que consiste en enviar una carga (medicinas, artículos deportivos, ordenadores, gafas) al destino final, acompañada por voluntarios, que comprueban que realmente llega donde debe, Por ejemplo, trasladaron a India 18 ordenadores portátiles reunidos por un grupo de escuelas de Barcelona para centros escolares indios.

También llevan a cabo un proyecto para ayudar a escolarizar a niños en Burkina Faso, la mayoría huérfanos. “Se empezó hace 10 años con 34 niños y actualmente estamos ayudando a unos 2.500”, señala. “Escolarizar un niño en Burkina Faso cuesta 5 €. Con ese dinero, pagas las tasas para que pueda estudiar y el material”. En noviembre, si la situación política lo permite, los voluntarios viajarán al país para entregar a los niños material escolar. Y en abril o mayo regresarán para comprar 10.000 kilos de arroz para alimentar a los niños que van a la escuela. El proyecto se beneficiará de una donación de 25.000 € lograda por un 2º puesto en la carrera solidaria 24 horas Ford celebrada en el Jarama. H