La Panderola. Éste era el nombre universalmente adoptado y conocido con el que se designó durante un centenar de años al ferrocarril de vía estrecha que unía la ciudad de Onda con el Grao de Castellón, después de pasar, ida y vuelta, por Almassora y Vila-real. Su nombre oficial se expresaba en las siglas que figuraban en sus dependencias como Ferrocarril de Vía Estrecha T.O.G.C., lo que indicaban en verdad como Tranvía Onda-Grao de Castellón. Más adelante se le unieron las siglas de V.G.B. que indicaban la puesta en marcha de un segundo ramal que, desde Vila-real, conducía al Grao de Burriana.

Según me contó el doctor don Juan Guallar Segarra, cuando ejercía como mi neumólogo y era también un experto en nombres propios y extraños cuando ejercía como escritor, su nombre popular también de vía estrecha con el nombre --en valenciano-- de Cucaracha, como expresión de su color negro común a dichos insectos tan conocidos.

Su promotor fue en el siglo XIX un tal Puig de la Bella Casa, quien tras oportunas gestiones, estudios y trabajos, logró la inauguración de su primitivo tramo entre Castellón y su Grao en 1888. El año siguiente se inauguró el tramo Castellón-Vila-real y en 1890 el de Vila-real-Onda. También me contó don Juan que las máquinas a vapor eran de origen alemán, fabricadas en la casa Kraus de Múnich y de muy poco tamaño. Los vagones fueron durante años vagones cortos de madera con accesos anterior y posterior, y bancos de listones paralelos a la marcha. En cada acceso existían manivelas de los frenos para ayudar a su control cuesta abajo. Y estas mismas manivelas eran utilizadas por el público infantil para dificultar su marcha en la subida desde el Grao de Castellón, con paso del nivel del mar, a los 37 metros de desnivel en que está la ciudad. Los vagones eran más largos con inclusión del motor y del conductor en su parte anterior. Y los bancos perpendiculares a la marcha, podían dar asiento a tres personas. Estos bancos de entrada central y lateral eran de dos tipos, los de «tercera» con asientos de listones de madera y los de «segunda» con forro de hule azulado y algo de mullido. Los vagones más largos y pintados de un hermoso color azul-verdoso que cubría sus paredes metálicas. Los vagones alargados desaparecieron tras la Guerra Civil (1936-1939), por dificultar de encontrar gasoil para sus motores, volviendo como al principio a la tracción a vapor.

La Panderoleta, tan unida a la vida castellonense dejó de rodar en 1963. Su retiro fue motivo de un grandioso y popular homenaje.

‘CHIM PUM...’ El pequeño tren llegó a formar parte activa en el folkore de toda la Plana, formando parte del repertorio de todos los coros y grupos musicales. Su música es francamente acertada y totalmente anónima. Con esta letra:

De Castelló a Almassora,

De Castelló a Almassora,

Chim pum traca trac:

-N’hi ha un tren que vola, leré,

N’hi ha un tren que vola, leré,

Leré, leré, leré,

N’hi ha un tren que vola,

N’hi ha un tren que vola…

I per aixó li diuen

Chim pun traca trac,

La Panderola,

Chim pum traca trac,

Chim pum traca trac…

Leré, leré, leré, leré,...

LAS VÍAS. Las vías de una anchura de 1,79 metros enlazaban cuatro estaciones y algunos apeaderos. La de Castellón estaba en la entrada de la actual avenida de los Hermanos Bou. A la salida a los andenes estaba la campana cuyo toque era el primer aviso de salida del tren, seguido del pitido del jefe de estación. Muy cerca, en la calle del Gobernador, es decir, a Vora Séquia Major, transcurrió mi niñez, mi infancia y juventud y los primeros años de casado. Tan cerca de la estacioneta.

En el Grao, la estación estaba a la izquierda de la carretera hasta el puerto. Y por el camino cruzábamos la Media Naranja, el Ingenio o la popular Donació.

El mayor auge de los autobuses de la Línea Soler, que llevaban a los bañistas hasta la playa hizo caer el primitivo interés del ramal que se había incorporado al primer trayecto marítimo de la Panderola, el pequeño tren.

Desde Castellón hasta Almassora cruzaba la ciudad por la calle del Escultor Viciano, la plaza de la Paz con su apeadero, el oeste del teatro Principal, en busca de la calle Herrero y del campo de fútbol del Sequiol. En Almassora no había en un principio estación, pero sí apeadero desde donde la vía conducía hacia Burriana, hacia Onda y aquella zona.

Desde Vila-real el ramal que conducía a Burriana seguía de nuevo en busca de la carretera que conducía a Valencia. Hablamos de otro mundo.