César Pomares González, un marinero del Grau de 26 años, subió a Vilafranca el pasado fin de semana para disfrutar de las fiestas de Sant Antoni. La nevada lo sorprendió por completo y, desde entonces, está atrapado en el pueblo de sus abuelos maternos y no sabe cuándo podrá regresar a casa y reincorporarse al trabajo. «Estoy solo en casa de mis abuelos, donde no tenemos una despensa con acopio de comida. Cada día me toca ir al bar o a casa de mi tía para comer y cenar, a la espera de que la situación meteorológica revierta», explica este grauero, a quien la nieve le llegaba ayer martes por las rodillas en plena calle.

Afirma, en declaraciones a Mediterráneo, que ya ha comprado unas cadenas para el coche «por si la Guardia Civil nos dejara bajar a Castelló el martes o miércoles». Ahora sigue a la espera de saber cuándo podrá, por fin, regresar a casa.