El director de Operaciones de Planta de UBE, José Antonio Biosca, advirtió durante su intervención en el Ecoforum, que giraba en torno a la eficiencia energética en la industria química, que «la electrificación al 100% no es posible» y que la descarbonización «va más allá de reducir las emisiones de efecto invernadero». Por ello, señala al hidrógeno verde y a la economía circular como la vía para lograr la «descarbonización de la cadena de producto».

Biosca, en primer lugar, hizo un análisis sobre la situación actual respecto a los usos energéticos y la previsión cara a futuro, que está determinada desde ámbitos europeos. «En el 2020 la energía viene en un 20% de la electricidad y en un 80% es combustible. Hay que electrificar de aquí a 2050 el 50% o 60%. Ese año, un tercio de la demanda térmica tendría que ser de combustibles. Respecto a la situación que se observa en la industria en España, un tercio del consumo energético viene de la electricidad», detalló.

No obstante, advirtió de que hay ciertos mecanismos de producción que «no serán electrificables». «Es imposible, en los usos térmicos de la industria, como la química o la cerámica. Obliga a temperaturas muy altas a las que no llega la electricidad», explicó.

Por contra, observó que en los vehículos de uso particular será más fácil implantar este proceso, aunque no en el transporte marítimo o la aviación, que tendrán la obligación de apoyarse en «pilas de combustible».

Hablando de nuevo de plazos temporales, el representante de UBE advirtió de que el hidrógeno verde o azul «son herramientas cuya implementación no es de hoy para mañana», lo que aconseja la adopción de medidas de eficiencia energética. «Sabemos mucho en la empresa sobre este tema porque hace muchos años que nos vimos obligados a emprender esta trayectoria. Ha sido un tema que viene motivado por la sostenibilidad ambiental, pero también la económica, teniendo en cuenta el coste que tiene la energía».

Fruto de esta evolución, en el plazo de tres décadas, explicó el experto, el consumo de energía de la industria química «se ha reducido un 24%», pese al aumento de tonelaje producido. Una tendencia que, adelantó, irá a más, puesto que «no estamos llegando a un punto en el que no hay margen de reducción de consumo».

Biosca también habló sobre el modelo de cogeneración de alta eficiencia que aplica UBE desde 1998, que implica «una forma más eficiente de generar electricidad», y que tiene la ventaja de que se basa en «infraestructuras ya existentes», por lo que no hay que crear otras nuevas. Su empresa, aseguró, «ha emprendido una carrera desbocada para el tratamiento de combustibles verdes».

Con ánimo reivindicativo, también se preguntó «¿para cuándo un plan renove?» de la cogeneración, puesto que está pendiente desde el 2013. «Mientras la energía eléctrica no sea 100% renovable, la cogeneración debería tener su hueco en el mix eléctrico», dijo.

Otros ejemplos de mejora de eficiencia energética aplicados por la empresa asentada en el polígono del Serrallo son las «recompresiones mecánicas de vapores de proceso, purgadores de condensado de alta eficiencia, recuperación de calor de gases de combustión...». Respecto a las recompresiones, significan «un caso de éxito de UBE». «Se vuelve a emplear el vapor de procesos productivos para la calefacción», detalló, lo que implica un «ahorro de 14 toneladas de vapor por hora anuales y 16.500 toneladas de CO2 al año respecto a las emisiones».

La utilización de recursos digitales es clave en este sentido para «extraer el poder del dato», por lo que «tener herramientas adecuadas para analizarlos» resulta fundamental en el trabajo diario de la compañía, incidió.

¿En qué se ha traducido esta estrategia de la empresa? «En la reducción en 10 años, desde el 2010, de la intensidad energética (megavatios por toneladas de producto) en más de un 30%. El objetivo es alcanzar el 40% en el 2030, el 60% en el 2040 y el 75% en el 2050», manifestó Biosca.

El representante de la compañía energética quiso «romper una lanza» en favor de los plásticos por su «alta contribución a la sostenibilidad del planeta», en contra de la tendencia a considerarlos unos productos a extinguir. Biosca enumeró una larga lista de ventajas que derivan de su utilización, por ejemplo en el ámbito alimentario: «Provoca una prolongación de la fecha de caducidad, una reducción de la necesidades de packaging, una alimentación más higiénica y segura, una menor pérdida de alimentos, menor huella de carbono y menores riesgos sanitarios». «No hay que criminalizarlos», defendió. La parte negativa, matizó, son los «residuos plásticos en vertederos, incineradoras y en los océanos. Hay que hacer una gestión adecuada».

En este aspecto, de nuevo la Unión Europea funciona como locomotora para el sector industrial. «En 2018 en Europa se reciclaban una tercera parte de los plásticos y un 25% iba a vertederos. Hay que seguir avanzando, pero esto significa duplicar a mejor lo que había 10 años antes».

El objetivo final es lograr que en los vertederos haya «plástico cero», pero para que esto ocurra «es necesario cambiar la tecnología y aplicar reciclados químicos o de gasificación, porque hay plásticos que no son reciclables mecánicamente». El compromiso en las instituciones europeas es alcanzar un 50% de volumen de producto reciclado en el 2025 en el territorio continental, añadió.

Biosca lleva 34 años trabajando en la empresa ubicada en el polígono del Serrallo del Grau de Castelló. Se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad de Zaragoza y trabajó en la Confederación Hidrográfica del Ebro.