Como si la pesca provincial no tuviera ya bastantes problemas, la estrategia que la Unión Europea ha diseñado para el sector en los próximos años, contenida en el plan de gestión del Mediterráneo, puede poner incluso en más dificultades a la ya de por sí diezmada flota castellonense. La amenaza de un recorte en el número de horas que se podrá trabajar es una de las que más preocupan a los marineros.

El debate está centrado en un protocolo que, en principio, empezará a funcionar en el 2021, aunque no está al 100% cerrado. «Es incoherente. No lo entiende nadie», resume el presidente de las cofradías de Castellón, Sergio Albiol. Uno de los principales motivos de queja es que si la autoridad europea lo considera necesario por el estado de los fondos marinos, puede reducir en un 10% los días de pesca asignados, «que ya están muy ajustados», advierte Manuel Peña, patrón mayor de la Cofradía de Castelló. Ahora están fijados sobre los 180 al año.

«Puede perjudicar mucho al sector. La gente tiene que trabajar. Solo nos faltaba, parando ya dos meses, que nos quiten más jornales», añade. Y es que el sector ya ha impulsado medidas para la conservación de especies, como los referidos dos meses de veda o trabajar menos horas a la semana, cosa que no sucede en otros territorios.

Como muestra de lo desacertado del plan, Albiol pone un ejemplo: «Hay barcos pequeños que tendrán menos días de trabajo que uno grande», algo que no tiene demasiado sentido si el objetivo es el mantenimiento de los fondos. «Han hecho este plan de gestión sin diálogo, poniendo como excusa la pandemia. Tenemos que sentarnos a hablar. Los Gobiernos de Francia e Italia ayudan al sector, pero aquí no», incide. En España este plan lo gestiona la Secretaría General de Pesca, aunque siguiendo directrices europeas.

Una piedra en el camino para un sector que pierde peso a marchas forzadas. En Castelló, por ejemplo, se ha pasado de más de 30 barcos de arrastre a solo 14. «Y menos que va a haber en el futuro», vaticina el presidente de la Federación, «porque nadie va a hacer una inversión de 500.000 euros para que luego lo ahoguen». «Algo falla», coincide Peña, que avisa: «Si se acaba la pesca se va una parte de nuestra cultura. Comeremos pescado de Mauritania».

En el día a día de las barcas hay otras dificultades. Una es la masiva presencia de atún rojo en aguas castellonenses, un problema que no es nuevo pero que se agrava año a año. Pese a ello no se están ampliando las cuotas de captura, especialmente la de las embarcaciones pequeñas que practican la pesca artesanal. Actualmente está fijada en 560 kilos por barco, un peso a todas luces insuficiente. Desde el sector denuncian que grandes grupos dedicados a la venta de atún, como Balfegó --situado en Tarragona--, ejercen presión para que no haya un incrementos de cuota y, así, pescar más ellos.