Distancia se seguridad, ningún contacto, no compartir espacios comunes… No se ha quedado desde luego un panorama sencillo para las personas solteras que buscan nuevos contactos (aunque a los casados también les ha afectado el confinamiento). Las discotecas y las barras de bar son ahora terreno vedado; al desconocido se le mira incluso con desconfianza. Pero las ganas de disfrutar de compañía son demasiado poderosas, incluso en una situación tan extrema como la actual. Mediterráneo ha contactado con personas de la provincia que han tenido que buscarse la vida para establecer relaciones durante este periodo, con las nuevas tecnologías como un aliado imprescindible.

Paula Arrufat es una castellonense de 22 años que estudia en Elche, y por el momento no le va mal. Durante el confinamiento tenía pareja, de la que vivía separada. Aún así, respetó las normas: «Me enervaba ver a gente que se escapaba para ver a sus novios. ¿Dónde estaba la responsabilidad de sus padres?». Pero el pasado mes de septiembre finalizó la relación y se encontró soltera en un mundo con las relaciones sociales muy limitadas. Como buena nativa digital, tiró de la tecnología. «He utilizado Adopta a un tío, Instagram, Tinder, Facebook… La gente sigue estando abierta para quedar; no he visto mucho miedo», explica.

Eso no significa que el covid no esté presente de alguna manera: «La otra persona te pregunta ¿Te importa que te dé un beso?, y es un poco raro, claro».

«La gente joven quiere seguir teniendo relaciones sexuales. Hay riesgo, pero si no a ver qué haces. Te la tienes que jugar un poco. Quiero pensar que si alguien queda contigo es porque no tiene coronavirus. Yo avisaría y espero lo mismo del otro», sentencia.

SIN VERGÜENZA

Paula tendría motivos para regañar a Antonio -nombre ficticio--, un castellonense que se saltaba el confinamiento para visitar a una amiga. «Vive al lado de mi casa», alega en su defensa, aunque tampoco parece demasiado arrepentido. El suyo es también un ejemplo de buena adaptación al entorno, ya que durante toda la pandemia ha tenido relaciones con varias mujeres con las que contactaba a través de aplicaciones, sobre todo Instagram. «Se ha perdido la vergüenza; ahora te lo dicen todo muy claro. Si me llegan a contar hace solo unos años que las cosas estarían así no me lo hubiera creído. Y me parece estupendo».

Además de apoyarse en las nuevas tecnologías, sigue manteniendo costumbres como salir a tomar algo en la tarde/noche de los jueves y los viernes por la zona de Las Aulas de Castelló para disfrutar de un mínimo contacto social o amoroso. «Yo es que siempre he sido más de salir por las tardes; las discotecas no me gustan», explica. La vieja escuela se resiste a morir, a pesar de todo.

Dos historias de éxito, pero también hay quienes, como el vila-realense Manuel (de nuevo, nombre ficticio), no se mueven con soltura en este mundo pandémico. Él utiliza Meetic pero se está planteando cambiar porque, por ahora, nada de nada: «Hasta en tres ocasiones me han escrito diciéndome que quieren conocer a alguien para una relación estable, pero cuando acabe todo este tema. Yo tengo claro que si cojo el covid tras quedar con una mujer, pues lo cojo, qué le vamos a hacer. No quiero esperar tanto».

Las tendencias de uso marcan que en estos momentos la mejor vía para contactar con otras personas es Instagram, pese a no ser una app concebida, en principio, para ese fin. La utilización de los hashtags correctos, cuentan los consultados, puede ser determinante a la hora de encontrar un match.

Ahora incluso Facebook se sube al carro y ofrece también una plataforma de contactos (Facebook Dating), sumándose a otras como Tinder, Meetic o Pof, en una dura competencia por atraer al mayor número de personas en busca de pareja.

Programas con unas características concretas que, al final, se adaptan mejor o peor a cada perfil de usuario. «No me gusta Adopta a un tío porque no podemos hacer nada; es un escaparate para mujeres y solo hablas con ellas si te eligen. Pof es más abierta, si alguien te gusta te puedes dirigir a esa persona directamente». Lo explica el benicense Guillermo (tampoco es su verdadero nombre), que tenía novia hasta poco antes del confinamiento. «Yo lo respeté a rajatabla. Empecé a sacar la cabeza a partir de junio», señala.

El joven, que ya antes había utilizado de Tinder, habla de un boom de usuarios en este tipo de plataformas: «Hace pocos meses buscabas mujeres en un radio cercano y se te acababan las posibilidades enseguida. Ahora hay cientos de opciones; si te aceptaran no acabarías nunca de tener citas. Aún así, lo cierto es que nosotros continuamos estando más predispuestos a decir que sí a una cita que ellas».

PROBLEMAS

No todo es de color de rosa con estas aplicaciones, sin embargo. Al menos eso es lo que sostiene la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que en un estudio elaborado a principios de año sobre las apps para ligar advertía de que, al margen de generar una posible adicción, su uso comporta otros peligros.

Algunos son tolerables, como los plantones, que afirmaban haber sufrido hasta el 35% de los usuarios. O la práctica generalizada de dar datos falsos, que provoca que el 40% de los encuestados asegurara que había acudido a citas en las que la otra persona no tenía nada que ver con la imagen de su perfil. Sin embargo, otros peligros son más serios, como el acoso, los intentos de extorsión o los insultos.

Coincidiendo con el Día del Soltero, que se celebró el 11 de noviembre, la compañía Control, especializada en bienestar y diversión sexual, publicó un estudio sobre cómo ha afectado esta nueva realidad a los españoles en el campo sexual, especialmente entre los que no tienen pareja. El 74.9% de los consultados reconocía sentir miedo ante la idea de mantener relaciones sexuales con personas desconocidas en la pandemia, y el 69,9% haberse vuelto más precavido y reducir conductas de riesgo. El 59,7% confesaba que practica menos sexo que antes del covid.

Hay otro colectivo, cada vez más numeroso según los testimonios recabados, que no se da de alta en estas aplicaciones para conseguir una cita: «Se está poniendo muy de moda para tener amistades y poder hablar con gente, ya que hay personas que se sienten muy solas pero no necesariamente quieren sexo», detallan.

Un cambio de reglas, en definitiva, que ha transformado, y seguramente dificultado, el milenario arte del cortejo. Aunque la posibilidad de ligar desde tu sofá y en pijama es algo que todavía no han valorado en su justa medida las nuevas generaciones.