Las limitaciones se pasan mejor subido en una bicicleta. Esto es lo que podía pensarse al recorrer ayer el litoral de Castelló. Sin escapada a localidades cercanas, debido a las limitaciones vigentes en los fines de semana para las localidades de más de 50.000 habitantes, los habitantes de la capital cuentan con esta alternativa. El límite estuvo en las cintas que separan a Castelló de Benicàssim.

También hubo bastante gente en las playas, por parte de familias que quisieron tener unos momentos de desconexión en un espacio amplio. Por segundo fin de semana consecutivo, se apreció un ambiente de gran actividad. Con el cierre de la hostelería y actividades deportivas, y los espacios comerciales limitados en su aforo, estas zonas ayudan a cargar las pilas a los castellonenses, que no pueden salir del límite municipal hasta el lunes por la mañana.

Para remate, hubo surfistas que aprovecharon el movimiento de las olas y las temperaturas de casi 20 grados en este febrero atípico.

En el centro de la ciudad, a falta de terrazas para tomar algo, muchos redescubrieron los bancos como un elemento fundamental del mobiliario urbano. Pocos había libres en el centro, o en lugares tan emblemáticos como el parque Ribalta.