Se alquila. Estas dos palabras presiden los escaparates de decenas de tiendas de Castellón que hasta hace muy poco tiempo hervían de actividad. Pero la crisis del comercio tradicional primero y la pandemia después han convertido las persianas bajadas en un decorado habitual de Castelló, pero también de Vila-real, Burriana, Vinaròs y Benicarló. Y no solo en las calles más céntricas y comerciales. También en los barrios y en la plazas donde locales que durante años han acogido una tienda de ropa, una pequeña mercería o una papelería ahora se han quedado completamente vacíos. ¿La consecuencia? La cantidad de bajos para alquilar o vender en la provincia se ha multiplicado hasta alcanzar cifras récord. El problema es que en estos momentos la demanda es cero. Nula.

Las inmobiliarias confirman lo que es fácil de comprobar con solo dar un paseo, por ejemplo, por calles como Alloza, Mayor, Enmedio o San Vicente de Castelló. «El estoc disponible de locales vacíos se ha disparado en los últimos meses. Antes del covid la cosa ya estaba mal, pero la pandemia lo ha acabado de rematar. Y mucho me temo que, una vez acabe el periodo de rebajas, todavía será peor», cuenta Tomás Marco, gerente de la inmobiliaria Marvic de Castelló.

La Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (Asicval), a través de la su delegación en Castellón, le ha puesto cifras a la retahíla de bajos comerciales que inunda el mercado. Solo en la capital, calculan que hay 373 locales en alquiler, de los que 188 se sitúan entre la calle Asensi y la plaza a Mª Agustina y entre la calle Gobernador y el parque Ribalta, es decir, en el centro. Una cantidad que en muy poco tiempo se ha incrementado en un 40%, aunque la cascada de cierres viene de lejos. «El alquiler de locales comerciales es el mercado inmobiliario que más está sufriendo las consecuencias de la pandemia en Castellón», resume Óscar Esteve, presidente de Asicval en la provincia y, además, gerente de la inmobiliaria Castalia Homes.

Muchos de los locales que se han quedado vacíos en las últimas semanas en la provincia dependían directamente del paso de los clientes y no han podido mantener sus puertas abiertas por más tiempo. «Han cerrado tiendas de complementos, de telefonía, inmobiliarias, fotógrafos... en el centro de la ciudad nunca como hasta ahora han habido tantos bajos disponibles», añade Tomás Marco.

El covid está siendo la puntilla para el comercio tradicional (hay establecimientos del centro de Castelló y Vila-real que muchas tardes de este mes de febrero su caja ha sido cero) y al haber cada vez más locales cerrados, las rentas están cayendo. «Los precios de ahora nada tienen que ver con los de hace unos años. Estamos hablando incluso de rebajas que van del 30 hasta el 50% en viales como Alloza o San Vicente», dice el gerente de la inmobiliaria Marvic. Según Asicval, el precio del alquiler ronda los 8 euros por metro cuadrado, mientras que en el caso de la venta asciende a 1.237 euros.

¿Quién abre un negocio ahora?

Los tiempos son difíciles, la incertidumbre abunda y los inversores dispuestos a abrir un negocio en el centro no son muy numerosos. «Apenas hay demanda porque la incertidumbre que está generando la pandemia está provocando que los locales que están abiertos trabajen para resistir. No se detecta interés en nuevas aperturas comerciales y, por tanto, en la búsqueda de locales», asegura Esteve que añade que algunos sectores como estética y peluquería buscan cambiar de zona y venirse al centro, aunque los precios que están dispuestos a pagar están muy por debajo de los que se ofertan.

Los locales vacíos se acumulan, la demanda de alquiler es prácticamente cero y algunos propietarios están colgando el cartel de se vende en un intento de deshacerse de un activo que se encuentra en valor vegetativo y valor cada día. Pero el alquiler ya cuesta, la venta lo hace todavía más. «Está todo paradísimo y, además, es comprensible. Nadie se atreve ahora a emprender, alquilar un bajo, reformarlo y abrir un negocio en el centro con la incertidumbre que hay», explican en otras dos inmobiliarias, esta vez en Vila-real.

Y mientras el mercado de los locales sigue parado, hay algunos entresuelos se están transformado en trasteros o viviendas. El problema, según explican desde el Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Castellón (Coapi), es la excesiva burocracia a la que hay que hacer frente para reconvertir un inmueble de planta baja a vivienda. Por ello, han pedido a los ayuntamientos que agilicen la compatibilidad urbanística en las ordenanzas.