La decisión del nombramiento de Rubén Torrecilla como nuevo entrenador para la 2022/23 llega a solo dos días del inicio de la pretemporada del Castellón y ha sido tomada ante la inminente necesidad de poner en marcha el proyecto deportivo, aunque todavía siga sin resolverse definitivamente en un contrato la entente con el grupo de Maxi López y Christian Codoma, con quien existen negociaciones muy avanzadas. Sin embargo, los flecos normales en este tipo de conversaciones están aplazando la firma definitiva de una operación de compra-venta que se está dilatando más de lo que los plazos de un club de fútbol permiten, pues la competición comienza el próximo 28 de agosto.
El equipo dispondrá de seis semanas para entrenar, pero la política de fichajes deberá acelerarse en los próximos días para lograr los refuerzos que necesita el Castellón para formar una plantilla que pueda competir con garantías en la categoría. Tiempo hay, otra cuestión distinta es la capacidad de inversión que puede tener el club en una situación de transición hacia la llegada de un nuevo inversor.
En ese escenario sigue latente la opción de José Miguel Garrido, quien también opta por la adquisición del club del que ya fue máximo accionista en la temporada del regreso a Segunda B, para vender sus acciones a Vicente Montesinos nuevamente tras el pago de 2,3 millones de euros. En el haber de Garrido se halla el que nunca puso impedimento alguno para dejar el club si percibía lo que había invertido.
