La crónica | El Castellón tumba al San Fernando y culmina el domingo perfecto (1-0)

Sufriendo también vale. Y tanto que vale. Castalia celebró con furia salvaje el autogol del San Fernando en el minuto 85 que coronó un domingo perfecto en la capital de la Plana. El 1-0 liberó al Castellón en un partido tenso y cerrado que escondía un premio gigante: los albinegros consolidan el liderato con esta victoria y dejan al segundo a cinco puntos, con 12 jornadas por delante.

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El Castellón saltó al campo sabiendo que podía atestar un golpe al campeonato. En la previa ya le preguntaron a Schreuder si un tropiezo del Ibiza en Málaga conllevaría un extra de presión para su equipo. El entrenador esbozó una media sonrisa y recordó una realidad: cuando peleas por ser campeón, siempre hay presión. Si el Ibiza hubiese ganado la habría por evitar la pérdida del liderato, pero como el Ibiza perdió la hubo por no desaprovechar la oportunidad para marcar distancias.

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La presión de gana

Es este uno de los daños colaterales del espectacular arranque de temporada. Ya no solo hay presión por ascender a Segunda: se da por descontado que hay que subir por la vía directa del campeonato. Y ya no solo hay presión por quedar primero: hay que ganar la Liga cuando el Ibiza visite el Estadio Castalia, en la antepenúltima jornada. Y aún más: hay que ganar siempre por goleada.

De alguna manera, el Castellón de la segunda vuelta es víctima del extraordinario Castellón de la primera vuelta, que convirtió lo excepcional en norma. A la contundencia de los resultados se añade la idealización del recuerdo, un factor imperfecto y por tanto humano, o al contrario. En una especie de paradoja, este Castellón es nuevo pero a la vez nostálgico: qué felices éramos con aquellas goleadas en media hora.

Pero aquel Castellón dichoso y ligero ahora compite en otra pantalla. La del domingo contra el San Fernando se asemejó a tantas otras de las últimas semanas. Lo que antes fluía ahora se condensa, y donde hallabas un manantial ahora espera una trampa.

El susto de Lillo

El envite, además, tardó en arrancar. Estuvo casi diez minutos parado, poco después del inicio, tras un choque entre el local Traoré y el visitante Lillo que dejó a este último preocupantemente mal parado. El capítulo de ocasiones no se descorchó hasta el minuto 21. Fue Traoré, una de las novedades en el once, el mayor generador de peligro desde el costado. En apenas dos minutos asistió con tino las llegadas desde segunda línea, pero ni Julio Gracia ni Villahermosa acertaron.

Enfrente estaba un viejo verdugo: el San Fernando. El equipo de Alfredo Santaelena fue el primero en hincar el diente al Castellón en la primera vuelta, y después muchos han replicado la propuesta. Adelantó la defensa (provocando numerosos fueras de juego), evitó pérdidas en campo propio y buscó a sus puntas con balones largos. Pudo adelantarse en el marcador en el minuto 24, pero Gonzalo tapó la definición de Nahuel, que había superado a Salva Ruiz, potente en el mano a mano.

Con ese paisaje, el Castellón anduvo más lúcido en la creación que otras tardes, pero poco certero en lo definitivo. La movilidad de Medunjanin, Julio y Villahermosa aclaró ataques en posiciones interiores, pero nunca se coordinó después la intentona del centro y el remate. En un merodear eterno, el portero visitante Fuoli no paró una hasta el octavo minuto del descuento, cuando desvió un tiro mordido de Traoré, con el que acabó el primer tiempo.

Los cambios

El segundo acentuó la necesidad albinegra, que percutió rodeando el área. Una vez dentro, mandaba la oscuridad. De hecho, fue el San Fernando quien tuvo en el minuto 67 una clara ocasión, pero Aquino chutó alto tras una pérdida de Alberto. Schreuder agitó el avispero con los cambios, remarcado el carácter ofensivo de la propuesta.

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En el minuto 76, Víctor Ruiz sacó bajo palos un cabezazo de De Miguel que olía a gol. El partido paseó por el alambre: Gonzaló sacó una mano preciosa en una falta lejana y Fuoli hizo lo propio con otra de Medunjanin. De Miguel recogió el balón suelto y lo devolvió al área. Cristian convirtió el intento de despeje en el 1-0 y De Miguel lo celebró como si fuera suyo. Así lo era, en parte. Y lo necesitaba.

El 1-0 no varió el plan en exceso. El Castellón siguió atacando y rozó a partes iguales la tranquilidad y la desgracia: Kastaneer tuvo el 2-0 pero llegó muy forzado y Bibiany el 1-1, pero ni si quiera llegó, en sendas contras. Mejor. En Castalia ya se había declarado la fiesta. 

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