LAS CUARENTA

La opinión de Pepe Beltrán | Resaca y desmemoria

La derrota no minimiza la campaña, pero no fue la celebración esperada, y menos con el desprecio a los albinegros fallecidos

Galería de imágenes: Ambientazo en Castalia en el Castellón-Ibiza

Galería de imágenes: Ambientazo en Castalia en el Castellón-Ibiza / Gabriel Utiel

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

La juventud es una enfermedad que siempre se cura con los años y que, a la hora de diagnosticarla, presenta infinidad de síntomas. No entraré en su enumeración, mayormente por la falta del espacio que requeriría mi reconocido empirismo en lo que a sus excesos se refiere, como tampoco me atreveré a recetar una estéril abstinencia contra la promiscuidad y demás virtudes propias de la edad, precisamente porque esos desenfrenos denotan vida y yo aún aspiro a participar y no ser mero espectador. Verbigracia en la próxima celebración de un ascenso del CD Castellón, aclaro antes de acabar el párrafo y que censuren mi concupiscencia literaria.

Y anhelo ese momento por lo que presupone de objetivo deportivo, pero también porque el domingo me quedé con las ganas. Primero porque ya veníamos ascendidos y nunca iba a ser lo mismo, a qué negarlo. Pero, segundo y principal, porque no me gusta perder ni en los entrenamientos. Tanto que dice mi sobrina Ester que le hago trampas en la baraja porque no puedo soportar que me gane. Tiene razón, pero por eso rechazo todo argumento que eluda responsabilidades y/o ambición, porque en la vida no hay paréntesis que valga, y que es el fútbol más que una forma de vida para quienes estamos acostumbrados a la trinchera y al sufrimiento. Si le desnudas de pasión, de sueño, no es nada. Y cuando no hay motivos para competir, para vivir, es que ya estás muerto, o eres del Madrid y ganas (vives) por costumbre, por aburrimiento.

Así que reniego de las típicas evasivas sobre que no nos iba nada en el partido del Ibiza, que el árbitro nos jodió, que el horario tampoco era el mejor, o cualquier otra banalidad tan habituales en torno al balón. Porque no se me ocurre ninguna forma mejor de celebrar el ascenso que habiendo ganado el domingo. Y como no lo conseguimos, no me rasgaré las vestiduras mas tampoco compartiré esa empostada resignación que espero no repetir cuando nos visite el Sanluqueño. Y a ver quién dice que le da igual ese partido.

Más que nada porque la derrota con el Ibiza no minimiza la extraordinaria campaña realizada, la suma de todo lo conseguido, solo fue la peor celebración en tanto que vino a recordarnos que no hemos ganado a ninguno de los principales rivales de la temporada, y eso debiera hacernos meditar para planificar el curso que viene. Por muy exagerada que parezca mi soflama o insustancial mi cabreo, harán falta muchos refuerzos y algo más que el brindis de Schreuder a incidir en el fútbol alegre y vistoso, obviando arteramente que el objetivo no es el espectáculo si no la victoria.

Post scriptum

Entre las desagradables consecuencias de la resaca la más profunda es la pérdida de memoria. No nos acordamos de lo que bebimos, de lo que comimos, de las tonterías que hicimos.... Si se trata de un momentáneo desliz no va más allá, pero cuando se repite y se convierte en crónico, deviene triste, muy triste. Porque si perdemos la memoria ya no somos nada y acabamos renegando de la familia, de nuestro pasado, del mañana, de la vida....

Por eso no hay disculpa alguna a que el domingo no sirviera para homenajear a protagonistas de la historia del CD Castellón como los recientemente fallecidos Vicente Mallén, Eduardo Capitán y Pepe Portolés. El olvido ya no supone una simple falta derivada de tanta celebración y resaca. El desprecio es imperdonable.