Nunca fallan a su cita. Cada tarde, cuando el sol empieza a bajar, el tramo más concurrido del paseo marítimo se llena de gente que deposita su mercancía en el suelo. Desde la fuente de Camilo José Cela hasta el lugar antes ocupado por la cafetería Voramar hay decenas de puestos con camisetas, bolsos, corbatas, cinturones, figuras de madera o cedés. "Seguro que estos ganan más dinero en un verano que nosotros todo el año en nuestros trabajos", explica un residente en la localidad que asiste, sorprendido, al fenómeno. El top manta no es una novedad, pero este año se ha extendido como nunca, con la consiguiente mala imagen para muchos visitantes y el enojo de unos comerciantes que sufren la rebaja de gasto de los turistas.

El concejal de Gobernación, Jesús Ayza, no esconde su preocupación ante el fenómeno. "Estamos desbordados y las fuerzas de seguridad locales no estamos dando abasto", explica. Afirma que han pedido ayuda al resto de cuerpos, "a la Guardia Civil, porque es la que tiene competencias en el municipio en materia de productos falsificados; y la Policía Nacional, porque la tiene en Extranjería. Pero las bofetadas nos las estamos llevando nosotros".

El edil calcula que este verano son "cientos" los que se dedican a esta práctica, ocupando un enclave estratégico y haciendo una competencia del todo desleal a los comerciantes locales. "Tenemos que pagar nuestros impuestos, el alquiler de locales, la contratación de personal y la ocupación de vía pública", comentaba la dueña de una tienda del casco antiguo. "Al final, bajaremos nosotros también al paseo y venderemos nuestro género al lado de ellos", afirmaba.

La impotencia que sienten viene añadida al mal año que está pasando el comercio local. "Esperamos que la cosa remonte en agosto y septiembre, pero, de momento, los ingresos no están dando ni para pagar el género que hemos adquirido".