Una plaga de mosquitos en Vinaròs obliga a tomar medidas de urgencia
Buscan puntos de agua estancada para localizar todos los focos
La plaga de mosquitos que está afectando a varios municipios del litoral ha llegado también a Vinaròs. La proliferación de mosquitos durante los últimos días en el término municipal, y especialmente en las zonas turísticas norte y sur, ha comenzado a preocupar a los ciudadanos.
La Policía Local ha recibido en la última semana varias quejas vecinales al respecto, y, según ha informado el edil de Servicios, José Ramón Tárrega, ya se ha contactado con la empresa encargada del servicio de control de plagas “para localizar y revisar todos aquellos puntos con agua estancada del término municipal que puedan ser focos de desarrollo del insecto y realizar el correspondiente tratamiento”.
Las miradas están puestas en el aumento de la presencia del mosquito tigre, que se ha asentado en la provincia y rápidamente se ha dado a conocer entre la población, ya que sus picaduras provocan más picor y durante más días que las del mosquito común.
Tárrega también informó de que el Ayuntamiento “está a la espera de que la Diputación tome una decisión global” y coordinada en los municipios del litoral más afectados por estos insectos para minimizar la plaga. Y es que este estío la proliferación de las larvas ha sido más pronunciada debido a las altas temperaturas y la humedad. Por este motivo, desde las localidades se ha advertido del aumento de esta especie y de la incidencia en la población.
Por este motivo, se buscarán soluciones para atajar este problema, aunque se pide la ayuda de la institución provincial para detener la aparición de estos molestos ejemplares, que se han multiplicado por el calor. H
Más en Comarcas
-
El Consell da el primer paso para solucionar el abastecimiento de agua potable de Canet
-
Orpesa supera las expectativas con 35.000 visitantes a su Trobà
-
Claman por una solución a la sequía en Ares: "No tenemos nada de agua"
-
Cuatro chicas harán historia y romperán un techo de cristal de casi 300 años en Castellón: "Pensábamos que era imposible"