Los dos edificios del Termalismo de Benicàssim serán historia muy pronto. Y es que su derribo dejará atrás una de las estampas más típicas de la localidad costera.

La aprobación de la licencia para su demolición se abordará durante la junta de gobierno del próximo jueves, según confirmó a este diario el concejal de Urbanismo benicense, Carlos Díaz.

Una vez superado este trámite, está previsto que arranquen los trabajos en enero, tras las vacaciones navideñas. El objetivo es que las tareas estén completamente concluidas antes de la próxima Semana Santa, es decir, tendrán un plazo de ejecución de aproximadamente tres meses.

AGILIDAD // La intención es acometer las labores de forma ágil y durante un periodo en el que se registra una ocupación inferior en la localidad turística, con el fin de ocasionar las mínimas molestias, tanto a los residentes, como a los visitantes y clientes de los hoteles próximos, como es El Palasiet y el Hotel Voramar.

Se trata de dos inmuebles de notables dimensiones, que se sitúan sobre lo alto del sector Pontazgo, con vistas privilegiadas de toda la bahía. Suman alrededor de 8.000 m2 y tienen seis plantas. El primero de los bloques se construyó el año 1963, mientras el otro algo más tarde, en 1967.

El mal estado de parte de la estructura ha propiciado la decisión del derribo, pues el coste de la reforma podría ser superior. Este pasado verano se realizó una inspección técnica a instancias de los propietarios, pues llevan ya 25 años cerrados. Los técnicos determinaron que había partes estructurales que no estaban bien y aconsejaron proceder a su demolición por seguridad. El inmueble se encuentra clausurado al público y vallado. No obstante, hay jóvenes que entran de forma clandestina en las instalaciones, por lo que se tomó esta determinación para evitar incidentes.

Los dueños lo pusieron en conocimiento del Ayuntamiento, cuyos técnicos también han supervisado los inmuebles y coincidieron en la decisión adoptada. Durante estos meses se ha redactado el proyecto para esta actuación, cuyos costes podrían ser cercanos a los 400.000 euros, según ha podido saber este periódico.

Estas edificaciones pertenecen mayoritariamente a la familia Farnós y también a los Carpi y Forner. El acuerdo se ha tomado con el visto bueno de todos ellos.

El Termalismo, impulsado por el doctor Joaquín Farnós, fue un centro sanitario puntero que atendió a miles de pacientes, algunos muy ilustres; y que generó cientos de puestos de trabajo. Funcionó a pleno rendimiento durante 25 años, hasta 1992, los mismos que lleva cerrado. Este Centro Termalismo Heliomarino impulsó el turismo e instauró en España los tratamientos de talasoterapia con agua marina.