La capital de l’Alcalatén y sus pedanías vivieron ayer el día grande de la fiesta de Sant Antoni. La jornada arrancó con la bendición de alrededor de 6.000 prims, que sufragan este año la Agrupación de Amigos Medievales, con la colaboración del Ayuntamiento y de la Caixa Rural de l’Alcora.

Bien entrada la tarde, en la plaza de la Iglesia, realizaron la bendición de animales, que dio paso al recorrido de la Matxà, para culminar con el reparto de los dulces acompañado de un trago de moscatel con barral. Un reparto de prims que llamó la atención por la novedad del envoltorio de los mismos, que llevaba impreso el origen de la tradición, iniciativa de Cristóbal Grangel, gerente de la pastelería La Artesana, con la contribución en la elaboración de los datos del cronista de la localidad José Manuel Puchol.

Sant Antoni es una festividad con gran tradición y notables singularidades en la localidad. Los vecinos se vuelcan en unas celebraciones en las que las hogueras --43 este año-- y la Matxà centraron el protagonismo en esta jornada. Todo ello sin olvidar el típico canto ¡Vítol a Sant Antoni! que envuelve la bendición y el recorrido de animales y jinetes.

Igualmente, las pedanías de Araya y La Foya vivieron ayer la fiesta en honor al patrón de los animales. En Araya repartieron los populares rollos, mientras que en La Foya predominaron los mismos dulces que en l’Alcora.

un trabajo del siglo XVIII / La singularidad más notable de la fiesta es la recreación de la Rècua Arriera, única y autóctona, que desfila integrada en la Matxà. La Rècua se encargaba de transportar, en el siglo XVIII, las preciadas cerámicas de la Real Fábrica del Conde de Aranda por todo el mundo, llegando a ser tan famosa que incluso Goya la inmortalizó en el cuadro que lleva por título El Cacharrero, emplazado en el Museo del Prado. Este acto pervive gracias a la asociación homónima de la ciudad, que desfila engalanada en estos días festivos.