Eran las 17.00 horas y el ambiente no podía ser mejor. Parecía como que durante los dos últimos años nada ha afectado al normal desarrollo de las tradiciones, aunque entre los presentes había muchas de esas emociones propias de las primeras veces.
Cientos de aficionados a los bous al carrer se concentraron en los alrededores de la plaça de Sant Vicent para inaugurar la temporada taurina de la Vall por todo lo alto con los primeros toros cerriles del año. Por delante, cuatro exhibiciones que tuvieron una coincidencia: la imponencia de todos los animales.
El resumen de esa primera tarde de toros fue la ausencia de incidentes. En cuanto al espectáculo en sí, a buen seguro habrá opiniones para todos los gustos, porque el juego de los astados fue dispar.
La presentación
Entre el trío vespertino protagonista, el primero, sin duda, del hierro de Juan Pedro Domecq, fue el mejor presentado para la mayoría. Un animal inmenso que hizo caso a los rodadores solamente cuando quiso, pero su mera presencia fue suficiente para disfrutar del momento.
Tras él salieron el toro de las Ramblas y el de Barcial, un bonito ejemplar de patas blancas, que, posiblemente, ofreció la mejor salida, aunque fue perdiendo fuelle poco a poco. Ya se sabe que con seres vivos nunca se sabe qué va a pasar. Pero con eso y con todo, los organizadores pudieron respirar tranquilidad en cuanto acabó el primer compromiso taurino de la semana (a falta de saber cómo actuó el embolado de anoche). En definitiva, fue un buen sábado de toros, sobre todo por lo mucho que se han hecho de rogar.
La próxima convocatoria también será cuádruple. El martes, con tres toros por la tarde y otro embolado, podrán a prueba la resistencia de los aficionados.