Mar Mira, una niña de once años de Nules, no podía ni intuir que el día que le pidió a su tía escritora hacer juntas una novela de misterio para lectores y lectoras de su edad acabaría convirtiéndose en el germen de un proyecto que ha trascendido las páginas del libroque imaginó y se ha transformado en una plataforma para dar a conocer tanto a las personas que dedican su día a día a proteger el medio ambientecomo la necesidad de que todos nos impliquemos en ese compromiso, dentro de nuestras posibilidades particulares.
La trama y los personajes de El bosque de los árboles estúpidos cobraron vida y se trasladaron este sábado al parque del Polígono III, en el marco de la celebración del festival La Vall d’Uixó Negra, donde la Concejalía de Cultura coordinó una jornada cargada de concienciación y descubrimientos.
Comparten su trabajo
Agentes del Seprona de la Guardia Civil, bomberos del Consorcio Provincial de Castellón, voluntarios de SEO BirdLife y agentes medioambientales de la Generalitat valenciana, todos representados de un modo u otro en el mencionado libro, compartieron con decenas de niños y niñas su trabajo. Les explicaron, por ejemplo, cómo se investiga un incendio para tratar de esclarecer las causas y dar con los posibles autores para exigir responsabilidades; cómo se extinguen esos terribles fuegos; cómo se protege a la fauna más vulnerable o cómo se estudia su comportamiento para ser capaces de preservar su existencia.
«La novela cuenta una historia de misterio, la intención es que enganche a los lectores y las lectoras, despertando sus ganas de saber qué va a pasar a continuación y cómo se va a resolver el conflicto al que hacen frente los protagonistas, dos hermanos y una niña entre 8 y 12 años, pero cuenta muchas cosas más, porque no se trata solo de descubrir esos misterios, también de adentrarse y conocer el lugar donde suceden», explica la autora, Mònica Mira.
Buen fin, malos medios
El bosque de los árboles estúpidos se desarrolla en un escenario fácilmente reconocible, porque podría ser cualquier zona boscosa mediterránea, donde habitan especies de flora y fauna que «están en riesgo porque una empresa que propone un fin legítimo, encontrar nuevas fuentes de energía renovable, decide pensar solo en los beneficios económicos rápidos».Los niños protagonistas se adentrarán en ese bosque amenazado y se darán cuenta, entre otras cosas, de que no están solos en el planeta y que «las historias de ficción están muy bien, es divertido pensar que un niño o una niña pueden ser una especie de superhéroes, pero en la vida real, frente a situaciones de peligro, hay personas que se dedican a investigarlas, resolverlas para proteger al resto de personas y al medio ambiente», detalla Mira.
Y en ese mundo tuvieron la oportunidad de adentrarse quienes se acercaron al Polígono III para conocer de cerca el trabajo de guardias civiles, bomberos, agentes medioambientales y voluntarios, cómplices de este proyecto en el que aprovechando un género tan atractivo como el negro o de misterio para un público infantil, trataron de implicar a la población en la protección de la naturaleza.
El paisaje y el territorio fueron la excusa perfecta, además, para celebrar uno de los primeros actos del Any Vicent Andrés Estellés de la ciudad, la creación de un mural a cargo del grafitero vallero Grajo, con el poema que el escritor dedicó a la Vall.