El cansancio acumulado, la constante repetición de documentos y la extrema minuciosidad de los interrogatorios que practica la acusación, especialmente la fiscalía, están empezando a pasar factura tanto entre las partes como en el público, que por momentos se quedan dormidos. La única cámara de televisión presente en la sala de vistas ha mostrado en varias ocasiones rostros somnolientos, bostezos y ojos cerrados tanto en las bancadas de público como en el mismo estrado, a excepción de los miembros del jurado, cuyas caras permanecen en el anonimato. Así, en los esporádicos barridos de cámara se ha podido ver en varias ocasiones al fiscal anticorrupción de Valencia, Jesús Carrasco, realizar esfuerzos para mantenerse despierto, como le pasó el lunes al concejal de Valencia Miquel Domínguez.