Se dividía la plaza en el último de la tarde entre aplausos y pitos. Un pequeño sector del tendido tres criticaba una pequeña falta de acierto del toreo de Vicente Soler. Acallaban esas voces toda la plaza aplaudiendo la entrega y los arrestos del valiente de Burriana. No es para menos en un festejo de jóvenes noveles donde no hay que exigir pureza ni ortodoxia, sino actitud, decisión y ganas de ser torero. Siempre fue así en la historia de la tauromaquia.

Vicente Soler, el torero de la Escuela Taurina de Castellón, fue el único que le imprimió arrestos y carácter a sus dos labores. Maquilló algunas carencias técnicas con agallas y una actitud llena de entrega y pundonor. La conexión con el público fue lo mejor de sus dos actuaciones. Empató a orejas con Jorge Expósito. El jurado se decantó por el buen toro del valenciano antes que por la entrega del castellonense. El fallo a espadas le privó a Soler del trofeo.

BIEN Y MAL // El joven novillero de la tierra enfrentó en primer lugar a un ejemplar manejable aunque de corto recorrido al que no acabó de acoplarse. Le faltó mimo y temple en la muleta. Antes, Soler había puesto al público en pie en un tercio de banderillas con tres pares distintos que gustaron mucho a la parroquia castellonense. En esta ocasión, como mató bien al novillo se llevó las dos orejas e incluso se pidió el rabo con fuerza, que no concedió la presidencia, quizá porque la estocada cayó ligeramente desprendida.

Tuvo en sus manos el trofeo ante el ejemplar que cerraba el festejo. Soler acusó menos los nervios y se mostró más templado y con más claridad de ideas. De nuevo hubo lío en banderillas donde primó más la voluntad que el acierto. En la muleta, el castellonense tuvo que tirar de un astado parado. Le echó bien los flecos de la muleta adelante para lograr muletazos largos y de estimable factura. El epílogo, marca de la casa, fue el final perfecto pero la espada le dejó sin premio y sin trofeo.

SEGUNDA FINAL // Castellón acogía la final del II Certamen de Escuelas Taurinas de la Comunitat Valenciana. El éxito fue la gran asistencia de público. Un 10 para la organización que puso la entrada gratuita y la afición respondió. Eso significa crear afición, promocionar y difundir la fiesta.

En esta ocasión el trofeo se fue para Valencia, gracias a la faena en primer lugar de Jorge Expósito, que desorejó al primer novillo de la tarde, un eral con movilidad y nobleza, que le permitió al valenciano expresarse y sentirse. Los mejores momentos llegaron en el toreo al natural por donde logró que su toreo tuviese profundidad, temple y largura. Faena redonda y rotunda, bien coronada con un efectivo espadazo. Su segundo oponente, más brusco, apenas le dio opciones.

El alicantino Raúl Bravo evidenció su corto bagaje y experiencia y, aunque tuvo en sus manos un lote con opciones, se fue de vacío de la plaza castellonense. H