El Periódico Mediterráneo

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ENCUENTRO LITERARIO

Sentir que perteneces a la propia tierra

La presentadora y escritora Beatriz Montañez conversó con Josep Mª Esquirol en la librería Noviembre de Benicàssim

Beatriz Montañez conversó en la librería Noviembre de Benicàssim con el filosofo Josep Mª Esquirol.

Un encuentro singular entre dos personas a priori dispares pero que guardan más afinidades de las que pensamos es el que tuvo lugar este 25 de septiembre en la librería Noviembre de Benicàssim. Beatriz Montañez y Josep Maria Esquirol protagonizaron una velada única en la que se estableció un diálogo entre dos obras, dos maneras de estar en el mundo.

La presencia de la conocida periodista y presentadora de televisión, ahora escritora, y el profesor y filósofo, Premio Nacional de Ensayo, fue posible gracias al proyecto Afinidades electivas que propulsa el Ministerio de Cultura y que el pasado año ya propició la presencia en Benicàssim de otras dos autoras de prestigio, como son Eva Baltasar y Olga Merino.

Con Montañez tuvimos ocasión de charlar sobre su primera novela, Niadela (errata naturae), y sobre esa huida, o más bien una vuelta, a la naturaleza que ha llevado a cabo, alejándose de los focos y de lo mediático. Y es que Beatriz Montañez hace ya cinco años que decidió retirarse en soledad a una cabaña de piedra, antigua casucha labriega, para vivir una experiencia de reconexión consigo misma y con la tierra.

Tras leer Niadela, uno puede pensar que está ante un ejercicio de reconciliación, incluso de catarsis. Montañez asegura que sí, «de reconciliación siempre», aunque añade también que es, «sobre todo, de aceptación». En su soledad elegida, dice, «necesitaba aceptar» para ir descubriéndose a sí misma, tomando consciencia «de las cosas que eran necesarias ‘mejorar’ o ‘reparar’ y algunas ‘reconstruir’». Un trabajo, a veces duro, asegura, porque «somos construcciones de años, con chapuzas, arreglos para salir del paso y otras cosas que directamente dejamos para después cuando ese después se convierte en nunca». En este sentido, podría decirse que su novela es «un análisis profundo de cuáles son las cosas que funcionan o no funcionan, que convienen o no convienen, para poder seguir habitando el hogar que somos».

'Niadela', editada por el sello errata naturae, ha sido una de las revelaciones del año.

Basándose en sus vivencias, donde una parte fundamental ha sido y es ese alejamiento, buscado, del «mundanal ruido», ¿cuáles diría Beatriz Montañez que son las claves para reconquistar ese territorio de lo salvaje? ¿Y cómo hacer de todo ello algo íntimo y personal, donde aflora una belleza que obviamos o no valoramos como es debido? Ante tal pregunta, responde:«Solo hay una clave para mí. Si de verdad te amas, si de verdad estimas tu vida, la vida, solo hay una solución: recuperarte; para hacerlo solo hay una solución: perderte para poder encontrarte». En ese proceso de desorientación y orientación, explica que primero hay que «conquistar el miedo», y segundo, «superar la incertidumbre». Logrados estos dos objetivos, «el amor por uno mismo y por su vida brota como la flor después de la peor tormenta». 

En su último libro Humano, más humano (Acantilado), Josep Mª Esquirol, comienza diciendo que el ser humano necesita muy poco para vivir, tan solo pan y canto. Es una hermosa metáfora. ¿Qué cree Beatriz Montañez que necesita el ser humano para vivir? ¿En la sencillez está la respuesta? «No me cabe la menor duda, de lo contrario seguiría trabajando en la televisión, ganando mucho dinero, rodeada de lujos y de cualquier cosa que creyera necesaria», cuenta la periodista y escritora, y prosigue diciendo que esas cosas que pensamos necesarias, «por muy importante que fueran, nunca lo son, porque si tienes, como dice Esquirol, pan y canto, o como dice Cándido en el cuento del mismo nombre de Voltaire, ‘tu propio huerto para cultivar’, esa la esencia de la felicidad». «Como bien escribo en Niadela, la vida es al fin y al cabo, simplicidad, simplicidad, simplicidad», matiza.

A pesar de alejarse de todo y de todos, existe una comunión, un nosotros en Niadela que finalmente ofrece respuestas y consuelo. «Sí, exacto, en Niadela hay ‘comunidad’», nos dice Montañez, «llegué sintiéndome sola y terminé sintiéndome en familia». Y recalca que «para poder vivir en la sociedad, creo fundamental el estado de ‘comunidad’». Para ella, y para la protagonista de su obra, la base para de la sociedad es el intercambio, «para poder ser comunitarios y por lo tanto intercambiar todo lo necesario: experiencias, ayuda, amor, respecto, abrazos…». Aunque para ello es necesario, precisa la autora, «dedicar algo de tiempo para poder darnos cuenta de la importancia de estas palabras y de su necesidad, de cómo integrarlas en la cotidianidad. Sin concedernos este tiempo de reflexión, es prácticamente imposible saber cuál es nuestro valor en la sociedad, ni el valor de la sociedad para nosotros».

¿Y cuán importante es ese sentido de pertenencia, de compartir con el otro, con lo otro? «Si he de hablar de pertenencia, diría que siento que pertenezco a la tierra, más que la tierra me pertenece. Diría que mi sentido de pertenencia está en la naturaleza que me rodea. Siento que pertenezco a ella. El lugar de donde vengo y hacia donde quiero seguir guiando mis pasos», afirma la autora de unos de los libros revelación del año y que ayer conquistó, junto a Josep MªEsquirol, a los asistentes a un encuentro que, como todo lo que promueven desde la librería Noviembre, es maravilloso, un soplo de aire fresco necesario.

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