Hallarse en la palabra. Ser a través de la palabra. Ser palabra. El poeta, decía Octavio Paz, trabaja con las palabras, contra las palabras, y también contra sí mismo y contra sus espectros. El poeta invierte el orden del tiempo, se alinea con lo invisible, se entrega al misterio, y al milagro. O, al menos, eso pienso cuando pienso en Javier Vicedo Alós.

El poeta y dramaturgo castellonense es un cuerpo lleno de luz, una mente capaz de distinguir entre la vida y el mero vegetar. Lo ha demostrado a través de su obra, en la que eleva ante sus ojos –y los del lector– el valor de lo que nos hace humanos. Quizá, como tantos otros antes que él, pensó alguna vez en lo fácil que sería alargar su mano para hacer suya toda la tragedia del mundo. Sin embargo, es en las pequeñas cosas, en los pequeños alientos, donde ha encontrado su material de escritura.

De lo interior a lo exterior, de lo microscópico a lo telescópico, del adentro, de lo más hondo, a ese afuera que es un todo incomprensible. Así viajan los versos, o los fragmentos, o las palabras sueltas que retumban en su mente, sobre las que se cuestiona y que traslada al papel con el mismo temor y duda de la que somos presa todas las personas cuando intentamos encontrar un sentido a la propia vida.

Cuestionarse

Sueños, palabras, lenguaje, recuerdos, memoria, familia, amor, muerte, verano... Preguntas y respuestas, o preguntas sin respuesta, o respuestas cuyas preguntas carecen ya de un sentido. Todo eso, y mucho más, es lo que uno se encuentra en Interior verano (Pre-Textos), el último libro, o el último poemario del autor castellonense, una obra en la que fantasea con un lenguaje que tuviera memoria, un lenguaje habitado, y donde, creo, se muestra sin pudor alguno, donde se confiesa y conserva la experiencia de quién ha sido y quién es ahora.

Vicedo ahonda en sus raíces, presta su voz y su palpitación para intentar comprender cuál es su lugar en el mundo. Para ello, establece vínculos imperceptibles a priori pero que se vuelven manifiestos en estas páginas sensibles en las que existe, qué duda cabe, una búsqueda de la identidad, y también un consuelo, y donde aflora el talento que posee, pues es capaz de trasladarnos a esa forma de pensamiento anímico a la cual no estamos acostumbrados. 

'Interior verano' (Pre-Textos), de Javier Vicedo Alós.

El poeta explora, como decíamos, en su pasado, y lo hace para ofrecer una especie de cosmogonía de su propio universo. ¿Cuál es su origen? ¿Cómo se ha formado? Por ello, versa sobre su madre, sobre su padre, sobre su abuelo, y también sobre experiencias que marcaron su infancia, su adolescencia y su vida adulta. Habla sin tapujos, aunque de forma sucinta y sutil, de la enfermedad, de la pérdida, de la desorientación y la rebeldía de todo joven, de la fragilidad del ser, de esos cariños y afectos que, en un momento dado, todo lo envuelven, pero también de esa incertidumbre que siempre nos aflige, que nos hace presos del sobresalto y que nos marca.

Identidad

Es este un relato identitario que, me consta, no ha sido fácil llevar a cabo –no puede serlo si uno se disecciona de ese modo–. Una obra cuyas explosiones de la imaginación acaban conduciendo a la verdad, una suerte de diario íntimo de plena consciencia en la que uno encuentra un esmero en el cultivo de la letra pero, y más importante, donde fija una sensación de su memoria disponiendo de un poder verbal que rivaliza consigo mismo.

Vicedo ha tocado la tecla del recuerdo y la evocación, sirviéndose de la duda y la añoranza, pero para ir más allá, es decir, para experimentar un mayor crecimiento personal, para completar ciertos huecos de su historia personal y, así, reafirmarse, como poeta y como individuo, frágil y temeroso –como todos somos, en realidad–, pero capaz de reconocer sus errores y aprender de ellos.

El poeta da voz a sus pensamientos, a esas cuestiones que, de un modo u otro, forman parte y modelan el alma humana, con sus virtudes y su vulnerabilidad. Él se sirve de las palabras, él se transforma en palabras para descubrir el mundo y descubrirse en ese mundo, para constatar que todos somos presa del recuerdo, de un ayer que nos hace ser lo que somos hoy. Esto, como comprenderán, no tiene nada de insignificante, más bien todo lo contrario. Y aunque es imposible volver al pasado para reponer la inocencia y el desconocimiento, como bien sabe Javier, de todo se nutre uno, de todo se embebe para seguir ligados a esta realidad, para entendernos.

«¿pero por qué escribes sobre todos ellos? /nadie lo ha pedido / ¿de qué manera estuviste allí? / ¿quiénes tendremos que ser?¿cómo podremos recordarnos?», escribe Vicedo en estas páginas. Un escritor, decía el extraordinario Sergio Chejfec, es alguien abierto al mundo. En este caso, el castellonense es alguien abierto al mundo de lo real y también de la historia (la suya, familiar y personal), despertando todas aquellas cosas que están siempre presentes en nuestro interior pero que no sabemos (o no queremos) expresar. En este caso, la familia y las relaciones son revelaciones, sustancias y visiones, experiencias de un YO que vive, experimenta, sufre, que se revela y se reconoce, que se antoja como una excepción maravillosa.

Interior verano es una experiencia sensible pero despojada de sensiblería, una introspección profunda, una proyección. Es la obra de alguien que se confiesa y deshace para recomponerse, para alzar el vuelo, para rendirnos al goce.