Literatura y pensamiento

¿Qué es cultura? Antonio Monegal responde en Benicàssim

El catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universitat Pompeu Fabra habló de su libro Como el aire que respiramos. El sentir de la cultura

La librería Noviembre de la localidad inaugura con el autor, que se alzó con el Premio Nacional de Ensayo en 2023, su nuevo ciclo 'Palabras cruzadas'

El catedrático de la Universitat Pompeu Fabra Antonio Monegal protagonizó la primera sesión del ciclo 'Palabras cruzadas'.

El catedrático de la Universitat Pompeu Fabra Antonio Monegal protagonizó la primera sesión del ciclo 'Palabras cruzadas'. / ACANTILADO

Eric Gras

Eric Gras

«No sé cuántas veces he deseado no haber oído nunca la maldita palabra». Es Raymond Williams el autor de esta ya célebre frase. El intelectual galés se refería al término «cultura», un concepto que sigue despertando más de un debate y que, parece ser, no termina de concretarse en algo que convenza a la mayoría. ¿Qué es cultura? ¿Qué entendemos por cultura? 

Esas preguntas, que son pertinentes y necesarias, son algunas de las que el catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universitat Pompeu Fabra Antonio Monegal comparte en un libro que ya es esencial por muchos motivos (al menos, para mí): Como el aire que respiramos. El sentir de la cultura (Acantilado, 2022), una obra que fue merecedora del Premio Nacional de Ensayo en 2023 y que fue protagonista, junto a su autor, de la primera sesión de un nuevo ciclo organizado por la librería Noviembre de Benicàssim titulado Palabras cruzadas y que se celebró esta misma semana.

Antonio Monegal durante la conversación que mantuvo en la librería Noviembre de Benicàssim.

Antonio Monegal durante la conversación que mantuvo en la librería Noviembre de Benicàssim. / MEDITERRÁNEO

En este ensayo, Monegal disecciona, desde distintos ámbitos, tanto el concepto mismo de cultura como su relevancia (o no) en la sociedad actual. Así, intenta hacer ver al lector que, pese a que suele haber dos definiciones más o menos establecidas, una de carácter antropológico y otra relacionada con lo que denominamos las «humanidades», cultura es todo, «todo lo importante que ocurre a nuestro alrededor es propiamente cultura, hasta aquello que nos conduce a la destrucción de la naturaleza», señala. 

Mucho se le pide, se le exige a la cultura. Muchos son (somos) los que nos encomendamos a ella pensando que es la salvación de todos los males, si bien esa demanda, a priori respetuosa, se torna demasiadas veces en una súplica asfixiante, y la cultura, como bien dice Monegal en este ensayo, no puede protegernos de nosotros mismos ni frenar la barbarie que somos capaces de generar (se ha demostrado, por desgracia, en acontecimientos del pasado y a buen seguro asistiremos a más de un acontecimiento deshumanizador en el futuro; somos así de paradójicos). No se puede «descontar el horror de la reflexión de la cultura», pero tampoco hemos de pensar que todo es horror en la cultura, ni muchísimo menos, más bien al contrario si centramos la discusión desde la perspectiva de las humanidades. No obstante, hacer eso sería sesgar la realidad, no ver más allá. De ahí que Monegal haya afrontado el reto de interpretar la cultura ligándola a otros conceptos o materias que, en realidad, conforman un todo: cultura y educación, cultura y memoria, cultura e identidad, cultura y política, cultura y libertad...

Un ensayo militante

Es este, lo dice él mismo a lo largo de sus páginas, «un ensayo militante» en el que plasma un verdadero compromiso con la defensa de la cultura, aunque como bien advierte, no es la cultura misma la que está en crisis o en peligro de ser considerada algo fútil (pensar eso sería una necedad), sino el concepto en sí. De ahí el interés, asegura, de «poner en evidencia la dimensión invisible de la cultura, aquella ante la cual corremos el riesgo de ser como el pez que no sabe qué es el agua».

«La cultura es el marco ineludible de nuestra existencia», afirma Antonio Monegal. Y si esto es así, como creo, hemos de ser capaces de abordar la diferencia, la otredad, el relato del que nos hemos servido para contarnos a nosotros mismos. Hemos de ser capaces, también, de señalar el valor social de la cultura, su papel cohesionador. «El mundo de la cultura es el mundo, porque la cultura es de todos», asegura el catedrático. Hemos de cuidar ese mundo o, de lo contrario, nos veremos abocados a la indiferencia, al horror.