Entrevista

Rosa Montero: “Hoy no sería capaz de escribir la crónica del 23F”

Tras 50 años dedicada al periodismo, Rosa Montero ha decidido dejar atrás este oficio y centrarse en la literatura

La escritora Rosa Montero.

La escritora Rosa Montero. / LEVANTE-EMV

Saray Fajardo

La periodista y escritora Rosa Montero acaba de publicar Cuentos verdaderos, donde reúne algunas de sus crónicas y reportajes publicados entre 1978 y 1988. La gira de Miguel Ríos, el juicio del Nani o el intento del golpe de Estado son sólo algunos de los hechos recogidos.

Leyendo algunas de sus crónicas, uno se da cuenta de cómo ha cambiado la situación del periodismo. Ahora es más complicado profundizar en ciertos temas.

No es que sea más complicado, es que realmente los medios de comunicación están atravesando desde hace un par de décadas la travesía del desierto por el cambio tecnológico y el cambio de modelo de mercado. En los últimos veinte años han desaparecido el 95 % de los periódicos del mundo. Ha sido una catástrofe total. Se han empobrecido muchísimo las empresas y todavía no han conseguido reincorporarse a un nivel de funcionamiento como es debido. Este tipo de periodismo, que a mí también me ha sorprendido al leerlo porque son como cuentos la mayoría de ellos, pero cuentos verdaderos. Eso exige muchísimo más tiempo de documentación y de investigación. Y las empresas ya no pagan ese tiempo.

¿La rapidez de Internet y las redes sociales agrava esta situación?

No es por la rapidez. Es simplemente porque empezaron a salir los medios digitales y se comieron el periódico normal. Al principio se creía que los digitales se iban a mantener con la publicidad, pero enseguida se demostró que no, que la publicidad digital no funciona. La propia autocompetencia que se han hecho los medios, ha hecho que se hayan hundido. Ahora hay un cierto momento de esperanza porque las plataformas han enseñado a la gente que hay que pagar por contenido digital. Todavía queda mucho para salir de la crisis.

Es difícil que la gente pague por la información.

Sí, por eso digo que todavía queda mucho tiempo, pero, por lo menos, ya hay suscriptores. Ahora en los periódicos ya hay una cierta parte de la población que está pagando. Está empezando a aprender que hay que hacerlo.

Con el auge de las redes sociales, ¿crees que los medios de comunicación son tan importantes como en aquellos años?

Son muy importantes y ahora más que nunca. Estamos en un momento de ceremonia de confusión y con el reto de la Inteligencia Artificial, que todavía va a convertir las “fake news” en mucho más envolventes. Hay un montón de medios de comunicación potentes que están haciendo telediarios ya con presentadores originados por IA. Todo eso hace que los medios de comunicación potentes sean más necesarios que nunca para poder valorar lo que estamos transmitiendo y ponerla en comparación con otras.

Volviendo al libro, ¿cómo ha sido el proceso de selección de estos relatos? Son sólo una pequeña parte de toda su trayectoria.

Fue casual. Hace un par de años me llamaron dos chavales, César Vallejo y Ángela Garrido, que estaban preparando un documental para TVE sobre el juicio del Nani. Yo había cubierto el juicio y había hecho crónicas. Este fue un juicio importantísimo para el asentamiento y el desarrollo de la democracia en nuestro país, porque fue la primera vez que se sentó en el banquillo, se juzgó y se condenó a una mafia policial, a un comisario, a varios inspectores que organizaban atracos a joyerías y, además, asesinaban a los delincuentes. Ellos me querían entrevistar para el documental, pero yo no me acordaba absolutamente de nada. Yo no guardo los textos. Pedí que me los mandaran y me quedé alucinada. Era como asomarse a un pozo de reptiles y ver lo que era la España de entonces. Me pareció muy interesante, muy curioso, un viaje al pasado. Estos chicos me dijeron que debería publicarlo, pero había pocas crónicas. Se me ocurrió que a lo mejor habría otras crónicas de esa época. La editorial me buscó las crónicas porque yo no guardo nada.

¿Cree que ahora podría escribir lo mismo que escribió durante esos años?

Sí, la verdad es que no he encontrado ninguna distorsión en mi mirada, en la mirada sobre la realidad, en mi curiosidad. Me siento muy identificada con esa Rosa Montero. Una de las cosas que estaba dispuesta a hacer era a no tocar absolutamente nada. Y me siento muy confortable con la lectura de estos.

Al revisar los textos, se habrá dado cuenta de cómo ha cambiado la sociedad. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?

Brutal, todo. Es como un viaje en el tiempo a Marte. Te das cuenta que España, por ejemplo, no tuvo plena escolarización, ya que sólo era hasta los 14 años. Hasta mediados de la década de los 80, si tenías un hijo o una hija y no tenías dinero para pagarle una escuela privada o si no conseguía plaza, se quedaba sin escolarizar. Había un paro brutal, sobre todo entre los jóvenes. Había una epidemia de heroína, de droga en las calles, que hacía que la vida fuera mucho más peligrosa. Era un país muy ignorante, nunca habíamos estado antes prácticamente en democracia, estábamos intentando aprender. Estaba ETA matando de una manera salvaje, la amenaza del golpe de Estado, que hubo varios intentos, no solo el golpe del 23F. Te ibas a manifestar y te mataban. Salían, por ejemplo, en Interviu las listas de las personas a las que la extrema derecha iba a asesinar. Estaba la matanza de los abogados de Atocha, que es una de las crónicas y que fue terrible. Ese capítulo parece sacado de una novela policíaca. Te acercas ahí y te quedas pasmada. Hay cosas también curiosas como la gira de Miguel Ríos, que sigue siendo la gira de rock más importante de la historia del rock en este país. Me metí en la gira y me fui con ellos en el autobús. Es súper divertida. Hemos cambiado muchísimo.

Hablaba de la crónica del 23F o la de la matanza de Atocha. ¿Fueron de las más difíciles de escribir?

La del 23F fue tremenda por las circunstancias en las que fue escrita. A mí me pilló el 23F cuando iba a una reunión feminista en la Federación de Asociaciones Feministas. Nos estaba esperando una chica en el portal y nos dijo que habían dado un golpe. El local de la federación había sido asaltado muchas veces por la extrema derecha. Llamé al periódico desde una cabina, me confirmaron que era Tejero. Me dijeron que no fuera, que había muchos, que me fuera a casa y me quedara en reserva. Como el resto de los españoles, me pasé la noche sin dormir. A las nueve de la mañana, me llamaron para que fuera al periódico a relevar a los compañeros. Yo les relevé, pero no había dormido. Llegué allí y el golpe todavía no había terminado. Yo llegué allí y me sentaron delante de una máquina de escribir. Me pidieron que hiciera un relato narrativo del golpe. Me empezaron a traer teletipos y cosas de los corresponsales del país en toda España. Yo empecé allí a escribir el relato antes de que terminara el golpe. A medida que iba escribiendo las páginas, me las arrancaban del rodillo y se las llevaban a talleres para imprimirlas porque iban a sacar un especial. Hacer eso en esas circunstancias y sin dormir fue tremendo. Hoy no sería capaz de hacerlo.

Tras todas esas vivencias, se ha centrado en la literatura. ¿Echa de menos el oficio?

No, para nada. Me ha gustado mucho el periodismo y estoy feliz de haber sido reportera. Empecé muy joven, llevo más de 50 años y estoy harta. Hace tiempo que dejé de hacer entrevistas y reportajes, ahora sólo hago artículos. En estos diez años que recoge el libro de crónicas publiqué cuatro novelas. Ya estaba escribiendo al mismo tiempo.  

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