Ronaldo interpretó su papel a la perfección en el teatro de los sueños y, con sus tres goles, certificó la clasificación del Madrid para las semifinales de la Champions. En otro partido para enmarcar, mejor incluso que el que habían disputado dos semanas atrás, el equipo blanco demostró su pegada y, pese a mostrar carencias defensivas, recurrió a su arsenal atacante y, así, encajó una de las derrotas más dulces de su historia. El 3-1 del Bernabéu valió más que el 4-3 de Old Trafford, escenario que los blancos podrían volver a pisar dentro de un mes, el 28 de mayo, si superan en semifinales al Juventus, verdugo del Bar§a.

Precisamente, su rival en la penúltima ronda del camino hacia la décima habrá comprobado que si los blancos tienen el balón, disponen de tanta calidad en su parte delantera que hasta sin Raúl, operado el lunes de apendicitis, superaron un examen de la trascendencia de éste con sus armas de manejo y pegada. Y en esta última faceta hay pocos hombres como el Fenómeno, que cuajó una de esas actuaciones que quedan grabadas para siempre en los libros de historia. El público inglés así lo supo ver, pues despidió al trigoleador con una ovación impresionante.

BECKHAM ¡SUPLENTE!

El encuentro tuvo unos preludios inesperados y sorprendentes, porque ambos técnicos prepararon bombas: Ferguson, la de la suplencia de Beckham; y Del Bosque, la de la titularidad de McManaman en detrimento de Flavio Concei§ao, aunque fue Guti quien jugó en el doble pivote.

Al entrenador español le salió mucho mejor la jugada, indudablemente porque el Madrid mandó el partido a su antojo en la primera media hora. El madrugador 0-1 (min. 12) dejó muy tocado al Manchester United.

Pero no podía ser que el anfitrión de la final entregara la toalla. Infatigables, los seguidores de los diablos rojos encontraban resquicio a la esperanza con el 1-1 de Van Nistelrooy, al filo del descanso. El problema es que cada vez que el Manchester se vio con mínimas opciones de reengancharse a la eliminatoria, allí surgía Ronaldo para cercenar de cuajo las ilusiones inglesas.

Al menos, la posterior irrupción de Beckam, autor de los dos últimos goles, evitó que el Madrid volviera a ganar. Pero poco importaba, porque el equipo blanco saboreaba su pase a semifinales de la Liga de Campeones.