Los de Atenas debían ser los JJOO de Michael Phelps pero, de momento, no tienen nombre y apellido. En la mejor carrera posible que puede verse actualmente en una piscina, los 200 metros libres, el australiano mató dos pájaros de un tiro y revivió sus mejores épocas. Ian torpedeó la línea de flotación del holandés Pieter van den Hoogenband (ganador en el 2000 en casa de Thorpe) y del propio Phelps.

El nadador australiano llegó a Atenas entre murmullos dudando de él, a pesar del prestigio que acumuló en Sydney con sus tres medallas de oro, una de plata y una más de bronce. Pero ayer tapó muchas bocas al sumar su segundo oro en estos Juegos y, además, bajar del pedestal a Phelps. Thorpe, de 21 años, se tomó la revancha y celebró por todo alto el nuevo oro olímpico, que lo ha convertido en el deportista australiano con más medallas. El pulso Thorpe-Phelps puede marcar estos Juegos Olímpicos, ya que es la natación uno de esos deportes que más brillan en la cita cuatrianual, con permiso, claro está, del atletismo.

El americano acudió a la capital griega en busca de batir el mítico récord de Mark Spitz de siete oros olímpicos de Múnich-72, pero ya sólo podrá sumar como mucho seis. Aun así, lleva tres medallas: el bronce de los 200 libres, hay que sumar el oro de los 400 estilos y otro bronce en el relevo 4x100 libre.

A pesar de los pesares, Phelps realizó un carrerón, al ser tercero en una prueba que no es la suya. Fue a competir al campo de sus rivales cuando cómodamente podría haberse quedado en estilos y en mariposa, haberlos preparado mucho mejor y haber asegurado cuatro medallas de oro. Lo que ahora, con la paliza que supone tratar de ser finalista en ocho competiciones, puede perder. Pero Phelps, desde su humildad, representa el afán competitivo de los estadounidenses como pocos deportistas en el mundo y aceptó el reto que él mismo se impuso.

REMONTANDO DESDE ATRÁS También tiene mucho mérito lo de Thorpe. Fue el que peor salió de los ocho finalistas. Van den Hoogenband tomó la cabeza rápidamente, pero en el primer giro ya tenía al australiano como una sombra pegado a él. Así que todo quedó a expensas del último largo. Entonces, apareció el mejor Thorpedo para, con una furia inusitada, llegar primero y colgarse el oro, el segundo en lo que va de competición.