En estos días en los que las bengalas y los bates de béisbol han avergonzado de nuevo al fútbol español, debería resaltar más si cabe y servir como ejemplo el espíritu que acompaña siempre a los seguidores del Celtic.

Hacen del fútbol una forma de vida, en la que se combina la solidaridad y la pasión por unos colores. Tienen muy claro que acudir a un partido de fútbol es una fiesta, pero no olvidan que alrededor del adversario hay otra afición a la que merecen respeto. Ni más ni menos que el mismo que siempre piden para ellos.

Durante los cuatro años de funcionamiento de la vila-realense penya Celtic Submarí, hemos podido aprender de ellos que el fútbol, lejos de generar odios y enemistades, es muy útil para la convivencia entre las personas y servir de punto de encuentro con las diferentes culturas, e incluso disponer de proyectos con fines sociales y benéficos. Independientemente del resultado de este partido, ellos tienen claro que también desde Vila-real, nunca caminarán solos.