Se enfadaba Fernando Roig, y con una gran dosis de razón, por la recepción de una llamada desde uno de los puntos neurálgicos del madridismo, en la antesala del partido ante el Arsenal en Londres. El problema en cuestión, cuando el Villarreal se jugaba el pase a las semifinales de la Champions, era la opinión del presidente respecto al futuro de Manuel Pellegrini, candidato al banquillo merengue según los gurús del Bernabéu. Ni sé, ni me interesa lo más mínimo, lo que piensa Florentino Pérez, al que ya todos ven cómo el Cid Campeador del Real Madrid en las próximas elecciones, respecto a quien es su preferido para dirigir el próximo megamillonario proyecto en la entidad blanca. Lo que sí estoy en condiciones de asegurarles es que confío en lo que yo denomino código Pellegrini. En ese manual de comportamiento no está en ninguna de sus páginas el marcharse del Villarreal por la puerta de atrás. Pellegrini, pase lo que pase, es decir, se juegue Champions o UEFA, será el entrenador amarillo en la temporada 09-10. Más allá, no emito pronóstico.

Y que nadie les maree, porque lo más gracioso que me ha podido llegar es que desde Madrid se le ha dado un ultimátum a Pellegrini, aunque también hay quien dice que ha perdido caché desde la eliminación en la Champions.

El Villarreal frenó en Valladolid el golpe de la dinámica negativa de los últimos partidos y, fundamentalmente, el de la derrota en Londres más que nada por cómo se produjo. Seguro que habrá opiniones diferentes respecto al empate en Pucela y quién pensará que los amarillos están lejos de su mejor versión. Desde luego, sería echarse tierra a los ojos si no viéramos los problemas en ataque del equipo de Pellegrini y lo que le está costando ver puerta. Es demasiado evidente. Pero baso mi optimismo en que ayer se recuperó la prestancia como bloque, la solvencia defensiva y hasta diría yo que el talante ganador. Y se pudo ganar... Por lo menos se frenó la dinámica negativa, que puede quedar enterrada con un triunfo, muy necesario, ante el Recreativo el próximo jueves. Restan siete jornadas y Pellegrini tendrá que recuperar para ese esprint final a hombres como Rossi, Nihat y Llorente, amén de rezar para que no se lesione ningún futbolista más. Nadie está teniendo en cuenta, a la hora de efectuar sus valoraciones, que la plantilla se ha quedado en 19 jugadores, con un par de nombres que prácticamente ya no cuentan. La Champions, y los partidos de selecciones, han dejado muy tocado al Villarreal. A pesar de los pesares, la temporada se puede catalogar como de buena hasta el momento, porque yo no considero un fracaso ser sexto en la Liga y quedar apeado en cuartos de final en Europa. ¿O me estoy volviendo tarumba y sí que es un desastre?

De la reunión en la cumbre del pasado jueves en la Ciudad Deportiva entre los tres hombres que mandan en el Villarreal (Roig padre e hijo y el consejero delegado), con Pellegrini y Rubén Cousillas, el papel de los canteranos Jordi Pablo y Matilla salió reforzado. Por cierto, el futuro de Matías Fernández pasa por una cesión. He sido crítico con el chileno, y lo sigo siendo porque ha mostrado su talento solo a cuentagotas y se ha quedado en eterna promesa, pero no es culpable de los problemas del equipo y menos tampoco de la eliminación en Londres. Con Ibagaza o Nihat igual se hubiera caído. Entre otras cosas, porque el Arsenal es ahora mucho mejor equipo que el Villarreal, aunque por estas tierras seguimos mirándonos el ombligo. Yo sigo creyendo en las opciones del Submarino. No se puede pasar del blanco al negro con tanta facilidad.