La de cosas que han tenido que pasar para que el equipo rompiera su racha negativa que tanta ansiedad estaba causando.

Posiblemente para los más exquisitos estas no serán formas de ganar un partido. Pero ya era hora de que al Villarreal le soplara el viento a favor. El Submarino pasó a ser el velero con el mástil, botavara y foque partidos, sin timón ni timonel, que navegaba a la absoluta deriva, náufragos perdidos en mitad del océano sin saber encontrar refugio para combatir todas las adversidades que en los últimos dos meses han venido sacudiendo con extremada dureza. Criterios arbitrales aparte, Llorente, Cani y Nihat, nos han hecho recordar que en este equipo hay calidad y talento de sobra para alcanzar cotas altas. El problema está en saber rentabilizarlas o llegar a tiempo para utilizarlas.