De Portugal se ha dicho en el último medio siglo que cuando tuviera un portero y un delantero centro sería poco menos que la selección perfecta, capaz de rozar el éxito de Inglaterra-1966, donde quedó tercera. El cuarto lugar de Alemania-2006 no llegó tanto al pueblo luso como aquel equipo guiado por Eusebio, la Pantera negra. Ahora, Portugal tiene un portero (desconocido, anónimo, testarudo y ágil que se ha ganado un nombre en África) y le sigue faltando un delantero centro porque Ronaldo puede ser muchas cosas. Pero un nueve no es.

EL SUCESOR DE PEREIRA // Con el portero, con Eduardo, le ha bastado para colarse en los octavos de final y demostrar que defensa sí que tiene Carlos Queiroz, el moderno técnico que fracasó en el Madrid en el 2003 después de sustituir, por orden florentiniana, al caduco Del Bosque. A Eduardo, 27 años, corpulento él (mide 1.87 m y pesa 87 kg), no lo querían hace dos años ni en el Sporting de Braga, por lo que se tuvo que ir a ganar el jornal al Beira Mar y Vitoria de Setúbal, equipos marginales de la élite de Portugal. Hace apenas un año y cuatro meses que debutó con la selección y desde entonces Queiroz vive infinitamente más tranquilo.

Con Eduardo, Portugal ha encontrado una mina. No es fácil que un portero obtenga tanto reconocimiento y en tan poco tiempo, cansados como están de que vayan desfilando bajo los palos tipos que no dejaron grandes influencias. No es casual que desde 1966, todo lo bueno sucedió en Inglaterra, no haya existido un meta titular de la selección que no haya jugado en ninguno de los grandes del país. Eduardo es el portero del Sporting de Braga y sigue la línea de sucesión trazada por José Pereira, que militaba en el Os Belenenses. Alejados ambos de los tres más poderosos: Oporto, Benfica y Sporting de Lisboa.

Es verdad que Eduardo ha sido protegido con una red de acero integrada, básicamente, por Bruno Alves (central del Oporto) y Carvalho (el viejo guardián del Chelsea), escoltados últimamente por Pepe, a quien Queiroz ubica como pivote defensivo para tender una envolvente telaraña. Pero el portero del Sporting de Braga tuvo ante Brasil dos paradas decisivas (una a Nilmar y otra a Ramires), que le valieron los elogios de su colega Julio César, el meta de Brasil, el que está considerado como el número uno del mundo. “Tiene mucho mérito lo que ha hecho Eduardo”, dijo el arquero interista. Tiene razón.

RED DE ACERO // Ha jugado 18 partidos y no ha perdido ninguno. Ha jugado 18 partidos y solo ha encajado tres tantos. En el Mundial nadie le ha marcado un solo gol. Ni Didier Drogba, ni Luis Fabiano. Al Animal, como le llaman en Portugal, no se le abate fácilmente. No es tan mediático ni glamuroso como Vítor Baía, por quién Núñez pagó 1.000 millones de pesetas en 1996, ni es tan irregular e imprevisible como Ricardo.

Mientras las manos de Eduardo no se doblen, a Cristiano Ronaldo le quedará tiempo para encontrar su sitio en Suráfrica si logra huir, claro, de la desesperación y egoísmo que preside su fútbol. Porque en la jornada de hoy Portugal se sostiene en el campo gracias a un portero animal y no a su estrella mediática. H