Hoy puede ser un gran día. Y así hay que plantearlo. Aprovecharlo o que pase de largo depende de Alberto Contador. Hoy puede ser un gran día. ¡Duro con él! Porque hoy, por fin, regresa la montaña. La hora de los Pirineos. Tiempos de escaladores. Todo está preparado. Él habla distinto de lo que piensa. Calma, tranquilidad, sosiego... Nada cierto en estas palabras. Quiere salir el próximo sábado en la contrarreloj final de Burdeos en última posición. Para conseguirlo solo hay un sistema. Vestir de amarillo. Y para lograr la prenda solo hay una teoría que vale y que cuenta: atacar en la etapa de los Pirineos.

Lo tiene todo a favor. Alexandre Vinokourov, su lugarteniente, casi el patrón de un equipo que Contador controla con total libertad, correrá en los Pirineos entregado a su jefe de filas y como un niño con zapatos nuevos gracias a su victoria en solitario de ayer en Revel. En otros tiempos, la conferencia de prensa de Vinokourov tras lograr su victoria habría sido un bombardeo constante de preguntas sobre dopaje. Ayer solo recibió una. Que cómo había cambiado su vida tras el positivo. Fácil respuesta del corredor kazajo. “Hoy es uno de los días más bellos de mi carrera”, aseguró.

Antes, siendo un malo del pelotón, atacaba a diario. Hoy, aparentemente bueno, sigue haciendo lo mismo, aunque en perfecta comunión con el español. “Mi victoria sirve para dar moral al equipo y para ayudar a Contador a vestirse de amarillo”, dijo. H