El cartel rezaba: “Gran lobo feroz”. Y aparecía la cara de un rabioso cánido que todo el equipo Red Bull preparó para fotografiarse con Sebastian Vettel en la celebración del título de constructores. Ni Vettel es el angelical muchacho al que invita a pensar su rostro, ni Red Bull, la graciosa escudería de antaño, cuyos mecánicos se disfrazaban de soldados de la Guerra de la Galaxias. Han crecido juntos y en Corea del Sur celebraron su segundo doblete en dos años, el certificado de que el tándem ocupa el más alto lugar de la pirámide de la F-1. Y lo hicieron, como casi siempre, sumando una victoria, la 10ª en 16 carreras. Y las 10 llevan el nombre de Vettel. Con el mismo coche --averías y problemas aparte--, Mark Webber, su compañero, no ha sumado triunfo alguno.

El alemán adelantó a Lewis Hamilton en la primera vuelta y, después, se mostró inalcanzable en el divertido circuito de Yeongam, ese trazado urbano al que solo le falta que construyan la ciudad interior que le dé sentido. El resto, Hamilton, Webber, Jenson Button y Fernando Alonso, pelearon por el podio, por el segundo puesto, un resumen de lo que ha ocurrido todo el año, un reflejo de la clasificación de pilotos. El premio en esta ocasión fue para Hamilton, autor de la pole que rompió todo un año de dominio Red Bull, el hombre, el piloto, que busca en su interior la salida a una crisis. “Nunca he dejado de creer en mí mismo, es algo que nunca debo hacer, simplemente tengo que cambiar algunas cosas, debo centrarme, alejarme de la sala de comisarios en cada GP, hacer mejor mi trabajo”.

AISLADO DE TODOS // El inglés quiere aislarse de un entorno que considera no le ha favorecido. Por eso en esta carrera pidió a su mánager (el mismo que el de las Spice Girls, más cercado a la farándula que al deporte), a su novia, Nicole Scherzinger -cantante de las Pussycat Dolls-- a su padre... a todos, que no fueran al circuito, que le dejaran espacio para pensar. “Luché en carrera contra la degradación de los neumáticos, el subviraje, no pude seguir el ritmo de Sebastian, tuve que defenderme de Mark... Estoy contento teniendo en cuenta mi pasado”, se sinceró el piloto británico.

Ni Webber pudo con Hamilton, ni Button con Webber, ni Alonso con Button: las cinco primeras posiciones permanecieron inalterables en las últimas vueltas, nada que ver con la batalla de los dos primeros giros, entre chacales sin nada que perder, hambrientos de la gloria de una victoria que se llevó el gran lobo feroz, como Red Bull ha apodado a su héroe, el chico que no se cansa de emplear horas con sus ingenieros, que no quiere dejar pasar la oportunidad de conseguir una victoria, el joven que ya “maneja con astucia las reuniones de pilotos”, según un compañero.

VETTEL SÍ ESTÁ CENTRADO // Vettel casi no se perdona ni las celebraciones. “Emborracharse el domingo no es la mejor forma de preparar una carrera el siguiente fin de semana”, dijo por la celebración de Tokio del título de pilotos. “Y después tuvimos un viernes duro y un sábado por la mañana difícil, pero la carrera ha sido fantástica. Este título de constructores es el premio para Renault, que no ha dejado de empujar en todo el año, de los chicos de la fábrica”.

La clasificación de constructores refleja el potencial del coche, y Ferrari es el tercer equipo de la parrilla. “Así que terminar quinto o sexto es la posición natural para nosotros”, dice Alonso, más resignado que frustrado. Lo estaba antes, a pesar de cosechar una victoria y siete podios, y lo está con más motivo desde que Ferrari comenzó a centrarse en el 2012. Alonso montó en su F150 un alerón delantero pensado para el bólido del año que viene. “En este coche quizá no sirve de mucho, pero hemos sacado información. Prefiero ganar una décima en el coche del 2012 y quedar quinto en el Mundial”, resumió. H