Después de cuatro días llenos de temores y suspicacias, Italia respiró tranquila. No hubo ni rastro del biscotto en Gdansk. España y Croacia no dieron pie a la más mínima sospecha. El pasteleo, esa palabra que utilizan los transalpinos para referirse a un pacto entre dos equipos, no existió por ningún sitio. Hacía falta un empate a más de un gol (o sea, un mínimo de cuatro tantos) y solo hubo uno. El fair play fue el gran triunfador.

El prestigio se gana con el juego y la honradez, valores que deben estar siempre por encima de cualquier treta. No siempre ocurre así, sobre todo en Italia, el país que mejor simboliza esos acuerdos subterráneos. Los azzurri estaban convencidos de que habría un festival de goles en Gdansk y el tanto de Navas llegó a dos minutos del final. Hasta entonces, se mantuvo el 0-0, el empate que peor se pagaba en todas las casas de apuestas (a 13 euros por euro). El temido 2-2 cotizaba a cinco euros.

Jamás en la historia se había dado un peloteo tan descarado de Italia a España. En todos los rincones, con los jugadores, con los técnicos, con la prensa, con los aficionados... La selección azzurri vivió una pesadilla en el 2004, cuando Dinamarca y Suecia empataron a dos y enviaron a casa a Italia en un triple empate. Ahora, sumido el país en una investigación de apuestas ilegales y amaño de resultados, creía el ladrón que todos eran de su condición. Pero la campeona del mundo, sin exhibir su mejor imagen, mantuvo una tensa batalla contra un dignísimo rival. En ningún momento se vio nada extraño. “La desconfianza era absurda, ya dijimos que iríamos a por todas y así ha sido. Hemos sufrido y hemos luchado hasta el final”, comentó Iniesta. “Nosotros vamos a por la victoria siempre. Es lo que creemos y lo que queremos. Todo el mundo lo ha visto”, apuntó el goleador Navas. “Nos hemos quitado un peso de encima, se había hablado demasiado del empate con goles”, remató Vicente del Bosque, rebautizado como Vicente del Biscotto en el portal Tuttosport durante los días previos al encuentro.

elogios // Para evitar cualquier desastre, los italianos optaron por una doble estrategia: elogiar a España y mantener la sombra de la duda sobre Croacia, una táctica que enfureció a los balcánicos. La prensa tampoco ocultó su temor. “No me escandalizaría un 2-2. Sería lo normal, en Italia hay una psicosis, un terror absoluto. Todos piensan que pasará eso, aunque no todos los dicen”, decía Paolo Tomaselli, enviado especial del Corriere della Sera antes del partido.

Gianluigi Buffon, el capitán de Italia especialista en apuestas (gasta 100.000 euros al mes) y tiene una causa abierta con la policía, ejemplificó a la perfección el mensaje italiano. “España enamora, con jugadores como Xavi o Iniesta no puede manchar su honor”. El técnico Cesare Prandelli se sumó al carro. “No es posible un amaño. España lleva una década haciendo disfrutar al mundo. Es una referencia”, dijo en una exageración premeditada. ¿Una década? En el 2004, España se fue de la Eurocopa de Portugal en la primera fase. Pero aquello sucedió en otra época. Eran tiempos de decepciones. Ahora la Roja ya está en cuartos y libre de toda sospecha. H