Tuvo que ser en Estados Unidos, ataviados con un sombrero tejano. Hubo que esperar cuatro años para ver a los tres mejores pilotos de la parrilla en un podio y, cosa rara, los tres felices. Lewis Hamilton porque volvió a ganar, porque demostró que, de no mediar un rosario de infortunios, estaría ahora en la lucha. Sebastian Vettel porque dio un pasito más para aumentar su ventaja. Y Fernando Alonso porque minimizó hasta el extremo los daños de una calificación que le había dejado al borde del KO. Ahora le separan 13 puntos de Vettel ante la última carrera, el próximo fin de semana en Brasil, donde la lluvia no está descartada. Sí, todo puede pasar aún.

Para voltear una situación tan adversa como la que se ceñía sobre Ferrari, con Vettel en la pole y Alonso octavo --el alemán era campeón matemático si ganaba y Alonso acaba quinto o peor--, la scuderia tiró de picaresca y galones. La nueva pista de Austin presentaba una gran diferencia de rendimiento entre la parte sucia y limpia. Según las simulaciones de los equipos grandes, se podían perder hasta 40 metros a la llegada de la frenada en la primera curva, casi cuatro posiciones. Así que optaron por hacer penalizar a Felipe Massa (séptimo en la clasificación) para que Alonso pasara de la octava a la séptima, solo una posición, pero muy importante: podría arrancar por la parte derecha, la limpia. “No es una avería mecánica, pero Fernando que se está jugando el titulo”, dijo Stefano Domenicali, al confirmar que habían levantado un precinto de la FIA en el coche del brasileño para ser sancionado.

Le tocaba a Alonso demostrar que la maniobra -efectiva aunque poco elegante-- tenía justificación. Y lo hizo. Había ganado 43 posiciones durante toda la temporada en las arrancadas y volvió a demostrar que es una suerte que domina. El español rebasó a Michael Schumacher, Niko Hulkemberg y Kimi Raikkonen, para situarse cuarto, tras los dos Red Bull y el McLaren de Hamilton. De un plumazo había salvado el match ball, ya estaba en posición de seguir vivo en el Mundial.

Pero los problemas de Ferrari durante todo el fin de semana no estaban resueltos ni mucho menos. Suelen verse herramientas de tecnología punta en los boxes de la F-1, pero este fin de semana, se vio, y sobre todo, se oyeron, sierras radiales entre los coches rojos con el fin de moldear nuevas piezas aerodinámicas que, una vez más, no funcionaron.

SOÑANDO UNA AVERÍA // De forma tosca, intentaron cambiar esas piezas buscando a ciegas las formas que creían les darían las mejoras aerodinámicas. Y las colocaron en el coche de Alonso y no en el de Massa. Ya se vio en la crono que el experimento les explotó en las manos. Massa, que normalmente se queda a cuatro décimas del español, estaba cuatro décimas por delante. Horrible. Y en carrera se mantuvo esa diferencia. El brasileño remontó desde la 12ª a la cuarta posición justo por detrás de su compañero.

No, no fue el mejor fin de semana de Ferrari. Fallaron incluso en algo en lo que han brillado todo el año, el cambio de neumáticos. La rueda trasera derecha del coche de Alonso se quedó enganchada y el asturiano perdió cuatro segundos cuando intentaba mantener la tercera posición frente al finlandés Raikkonen. Suerte que unas vueltas después, en Lotus cometieron el mismo error.

Para entonces, Mark Webber ya había abandonado cuando iba tercero, de nuevo por un problema en el alternador, la misma avería que chafó el triunfo en Valencia de Vettel. Fue entonces, cuando el equipo Renault, el proveedor, decidió volver al modelo de alternador del año pasado.

Pero las existencias se acabaron para esta carrera. Y Webber sufrió el primer batacazo. “Quién sabe si, lo que le ha ocurrido a Mark, le puede pasar en Brasil a Vettel”, se anima a Alonso. El coche del alemán, sin embargo, no dio ninguna muestra de fatiga. H