Marcos Senna, como estaba previsto, jugó una parte con cada equipo. El partido se disputó a ritmo de pachanga porque la noche no estaba para competición sino para disfrutar con Senna. Pero a la fiesta se unió también Robert Pirès, uno de los últimos exponentes de la grandeur del Villarreal de las semifinales de la Champions y del subcampeonato de Liga. Dos campeones, dos futbolistas de una calidad exquisita.

A sus 40 años, Monsieur Pirès demostró que mantiene el talento que le llevó a ser campeón del mundo y de Europa con Francia. El galo ofreció los mejores detalles de la noche durante la segunda parte, que jugó con la camiseta del Villarreal. En 45 minutos tuvo tiempo para sacar varias exclamaciones de admiración.

El partido deparó momentos de gran emoción. En el minuto 19, el juego continuó pero nadie estuvo atento al balón y al partido. Todas las miradas se fijaron en Marcos Senna y las palmas de las manos de los 11.000 espectadores comenzaron a echar humo durante un minuto. El eterno capitán se plantó en el centro del campo y devolvió a la grada su cariño con un aplauso para todos los que le acompañaron.

La ovación se repitió en el minuto 43 cuando fue sustituido por Marcelino, según el guión previsto. La primera parte acabó con el solitario gol de Perbet subido al marcador. Asterix rescató su gran olfato goleador, aunque con la colaboración del meta rival.

En la segunda mitad, Marcos Senna saltó al terreno de juego vestido con la camiseta verde del campeón de la NASL. El gran capitán siguió disfrutando de su vuelta a casa, haciendo lo que más le gusta y para lo que aún conserva la clase y una figura estilizada.

LA DESPEDIDA // El otro momento entrañable de la noche fue su retirada del campo. Corría el minuto 66 cuando dos niños pequeños saltaron por sorpresa al campo. Uno vestido de amarillo y otro de verde. El brillante guión de la organización continuaba. Los dos pequeños se fueron a buscar a su padre, que se marchó ante la cariñosa ovación del Madrigal.

El Villarreal de Marcelino no pudo reprimirse y apretó un poco el acelerador. Forma parte de su genotipo y eso que el míster se lo tomó con calma. Pero ya se sabe que la cabra tira al monte y los Juanto, Uche, Manu, Pina y compañía empezaron a meterle una marcha más al juego, con Pirès como maestro de ceremonias. Y cayeron dos goles más (Juanto y Uche). El resultado era lo de menos: anoche ganó Senna. H