Espectacular. Marc Márquez logró, en el GP de Cataluña, su séptima victoria en siete carreras, con una nueva exhibición colosal, en la que primero se deshizo del italiano Valenti Rossi (Yamaha) y después aguantó los ataques de su compatriota y compañero de equipo, Dani Pedrosa, en la última vuelta.

Fue una de las mejores carreras que se recuerdan en el circuito de Montmeló en los últimos años, porque Rossi volvió a ser el piloto que ha ganado nueve veces en el trazado barcelonés y Pedrosa resurgió, con más convicción, dispuesto a acabar con la imbatibilidad de su compañero de equipo.

Sin embargo, Márquez doblegó a ambos. Salieron mejor las Yamaha de Lorenzo y Rossi, como casi siempre en Montmeló. Pedrosa no arrancó como esperaba y tuvo que conformarse con rodar cuarto, detrás de Márquez.

Con el cielo cada vez más plomizo, empezó a llover a falta de siete vueltas para el final. A Márquez, como era de esperar, eso no le importó y se fue a por Rossi, que cedió -quizá no lo hubiese hecho hace unos años, cuanto tenía ese punto de inconsciencia- no solo ante el de Cervera, sino también frente a Pedrosa, a falta de cuatro vueltas para el final.

En una última vuelta, sencillamente espectacular, Pedrosa y Márquez se pasaron mutuamente varias veces hasta que el primero tocó con su rueda delantera la trasera de su compañero de equipo. El piloto de Castellar del Vallès (Barcelona) salió disparado hacia la derecha de la pista y, aunque evitó la caía, no pudo conservar la segunda plaza, que acabó en manos de Valentino.

Márquez lo hizo otra vez. No era un circuito propicio para él y lo celebró a lo grande. Delante de un público enfervorizado que llenó el circuito y disfrutó como nunca de un duelo a tres bandas como el que hacía tiempo no se recordaba en Montmeló. H