Hace un año en Málaga fue una canasta en las últimas décimas de segundo de Llull. Ayer en Las Palmas, una bandeja a falta de siete segundos de Sergio Rodríguez dictó sentencia. La consecuencia fue la misma: el triunfo frente al Barça en la final de Copa del Real Madrid, que retiene la corona y amplía el margen en el palmarés. Ahora acumulan 25 títulos por 23 de los azulgrana.

Si la victoria de hace un año dejó un sabor agridulce por la forma en la que se produjo, en una final que pudo caer de cualquier lado, la de ayer en Las Palmas llegó acompañada de cierta frustración porque se movió con un guión parecido y alimentará el debate sobre la decisión de Xavi Pascual de afrontar los cinco últimos minutos sin un base, ni Satoransky (sólido en todo el torneo) y Huertas (muy descentrado)

Le cedió el mando a Navarro, que ejerció de director cuando su condición física, hoy por hoy, seguramente no es la mejor. La apuesta, arriesgada, equilibró en principio el partido (71-71), pero no logró el objetivo que perseguía el técnico, porque el Barça perdió fluidez. En todo caso el pulso fue un tobogán de sensaciones, que condujo a un final incierto (empate a 71, a falta de 1.57 minutos) tras alternativas de unos y otros, que nunca alcanzaron la decena de puntos y dejando sin valor un partidazo de Tomic, el mejor desde que está en las filas del Barça (25 puntos y 11 rebotes), en un partido negado de los azulgranas en los triples (4 de 26). H