Para un equipo de fútbol, salvo los pocos que pelean por un título, subir es lo máximo. Lo mismo para sus jugadores que para los aficionados. Todo debería quedar supeditado al ascenso, sobre todo en un play-off: si se supera, a seguir; si no, a casa... y hasta la próxima temporada. No obstante, esa sensación de unión, de aparcar las diferencias, de hacer un frente común al menos durante las pocas semanas que dure esta fase de ascenso. Es lo que ha conseguido David Cruz, un efecto corregido y multiplicado por todo lo que rodea a los precios de los play-off, que han generado todo tipo de reproches.

La súmum de las protestas quedó plasmado ayer por la tarde, cuando la plataforma Salvemos al CD Castellón y su cantera fue un paso más allá en sus concentraciones pacíficas en Castalia, en la previa de la mayoría de los partidos de esta temporada (de forma ininterrumpida, desde noviembre) con una convocatoria, en las taquillas del estadio, ante la imposibilidad de pagar las entradas para la eliminatoria frente al Poblense, cuyo primer asalto tendrá lugar, el domingo, en ese mismo escenario (18.00 horas). La imposibilidad de pagar por tarjeta quedó registrada ante un notario, Enrique Montoliu, que dio fe de esta incidencia y de otras, como la negativa, del comprador de entradas, a recibir un tíquet o factura de la operación.

ODIOSAS COMPARACIONES

La oposición a la gestión de Cruz de los play-off no solamente se ciñe a la obligación de abonar las entradas en efectivo, lo que pone en tela de juicio el destino final de la recaudación ante la evidente falta de control sobre los ingresos. Los precios también han levantado ampollas: entre 10 y 20 euros para los abonados (hoy acaba el plazo para que se beneficien de este descuento), que son entre 15 a 20 para el público en general.

Solamente hay que compararlos con los de la pasada campaña: el pack de Jordi Bruixola (entonces, director general de la entidad) para las tres eliminatorias estaban entre 9 y 15 euros (socios) y entre 15 a 25 (resto).

Con todo, el elevado paso por caja no es lo que más ha soliviantado a la afición. Los niños del fútbol base también tienen que pagar: la entrada de un adulto y un infantil (de 6 a 12 años; los menos de 5 acceden gratis) cuesta 15 euros, lo mismo que dos entradas para juveniles (ya no tienen la obligación de acudir con un acompañante). Hasta ahora, nunca habían pagado por acudir a Castalia, acrecentando el malestar en un fútbol base dejado de la mano de Dios por Cruz. Al menos, los técnicos, que en un principio también debían rascarse el bolsillo, dispondrán de dos entradas por cabeza para el domingo.

El club disfrazó esta medida de creación de una grada de animación en gol norte bajo, lo que provoca el desalojo de las peñas que habitualmente se ubican en esa zona que, a su vez, han arremetido contra Cruz por esta medida encubierta (o no tanto) en contra de colectivos como Barrikada Albinegra, Carajillo Albinegro...

No es la mejor forma de preparar una fase de ascenso que, para el Castellón, no es solo -por si no fuera suficiente- regresar a Segunda B, sino todo lo que conlleva a efectos económicos y hasta psicológicos. Un obstáculo más para los de Manu Calleja, pues su vestuario no es una burbuja.

SIN CIFRA OFICIAL AÚN

Una serie de protestas que amenazan con ensombrecer el ambiente cara al domingo y, sobre todo, la notable afluencia de público.

El club todavía no ha dado ninguna cifra, ni siquiera estimativa, de cómo funciona la venta de entradas, aunque las colas evidencian del buen ritmo. Algunas fuentes extraoficiales establecen que, contra el Poblense, la afluencia de público podría oscilar entre los 7.000 y los 8.000 espectadores, aunque se trata de algo meramente orientativo, todavía con tres días por delante y el tirón del mismo domingo.

En todo caso, los socios pueden disfrutar de su precio especial, un descuento significativo, hasta el cierre de taquillas de hoy.