El Brujo era una persona de la que nadie podía hablar mal», explica Abelardo, entrenador del Alavés. Sus palabras resumen la figura de un futbolista convertido en leyenda a base de goles y carisma. Su buen hacer, humildad y generosidad le diferenciaban del resto. Sus dianas, también. Ganó casi tantos pichichi como Zarra. Pero nunca se le subió a la cabeza. Así se ganó el estima del fútbol mundial.

Nunca tuvo malas palabras para nadie. Pese a los golpes que la vida le daba. Era de otra pasta y su marcha ha dejado huella. «Quini es la mejor persona que he conocido en mi vida», explica Schuster. A lo que Vicente del Bosque añade: «Era una persona muy entrañable para todos».

El último adiós

El que fuera delantero del Sporting, el Barcelona y la selección española fue despedido ayer por unas 14.000 personas en un funeral celebrado en el estadio de El Molinón, que a petición de todos los grupos políticos del Ayuntamiento de Gijón pasará a llamarse El Molinón Enrique Castro Quini. De esta forma, la familia Castro quedará totalmente representada en el estadio de la ciudad, pues desde el lunes pasado la puerta número 1 del campo se llama Jesús Castro en memoria del hermano de Quini.

Un campo que, como comenzó recordando el capellán del Sporting, Fernando Fueyo, « desde hace mucho tiempo era un templo del fútbol y ahora es más que eso, una catedral». El público recibió con una prolongada ovación la salida al césped de El Molinón del féretro con los restos mortales de Quini, portado por una representación de la asociación de veteranos como Joaquín, Cundi, Redondo, Uría, David, Claudio o Ablanedo y, junto a ellos, el exjugador del Athletic y compañero suyo en la selección Dani.

Exjugadores como Luis Enrique o Lobo Carrasco y una amplia representación institucional encabezada por el presidente del Principado, Javier Fernández, y el del Parlamento asturiano, Pedro Sanjurjo, estuvieron presentes en el último adiós al que fuera siete veces pichichi.

Se da la casualidad que hoy se cumple el 37º aniversario de su secuestro que se produjo el 1 de marzo de 1981 tras jugar un partido con el Barça, lo que conmocionó a todo el país hasta su liberación 25 días después.

Ayer, en un momento de la misa desde la grada se entonó el grito de «¡Ahora, Quini, ahora!», que durante muchas temporadas sonó en El Molinón, lo que fue coreado por todos los asistentes, que también entonaron el himno del Sporting ondeando sus bufandas en un emotivo acto de despedida.