Vuelve el tenis profesional. Parecía una utopía hace unas semanas pero, finalmente, se ha convertido en realidad. Eso sí, lo hará escalonadamente. Mientras la ATP ha modificado su punto de partida y lo ha situado en el Masters 1000 de Cincinnati que se jugará en Nueva York desde el 22 de agosto, la WTA se pone en marcha con el inicio de la fase previa del Palermo Ladies Open, uno de los International que forman parte del reducido calendario femenino para este 2020.

La cita italiana contará con la presencia de cinco tenistas españolas, entre ellas Sara Sorribes, que logró su plaza directa por ránking, directamente, para el cuadro final: debuta este lunes ante la ucraniana Dayana Yastremska.

Muchos de los focos mediáticos estarán centrados en lo que suceda en Palermo. Así de claro lo ha explicado su director, Oliviero Parma: «Estamos confiados, pero siento la gran responsabilidad de no tener la oportunidad de fallar». «Es el primer torneo del mundo y debe mostrar que este deporte puede reiniciarse», añadió. El cuadro individual cuenta con 32 mujeres y el de dobles, con 16 parejas.

PROTOCOLO

El torneo ha establecido un protocolo severo para frenar la irrupción de positivos. Al aterrizar en la ciudad, todas las tenistas fueron sometidas a controles antes de recibir la acreditación correspondiente. Los tests se hicieron a la entrada del hotel oficial.

La organización ofrece, además, desplazamientos privados del aeropuerto al hotel y al Country Time Club (sede de la competición), así como gel hidroalcohólico y termómetros para controlar la temperatura. Desde el momento que recibieron el visto bueno para participar, se controla la evolución de las tenistas con más pruebas PCR cada cuatro días.

La WTA informó el sábado del positivo de una jugadora asintomática, optando por que el torneo continúa celebrándose.