Los líderes de la eurozona se orientaron anoche a utilizar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera para avalar parcialmente la deuda pública de países sometidos a acoso especulativo, como España e Italia, como nueva herramienta para poner fin a la crisis de la deuda pública europea, que amenaza con desestabilizar la economía mundial. Esto permitiría multiplicar la capacidad de intervención del fondo de rescate de sus 440.000 millones de euros actuales hasta como mínimo un billón y poder de esta forma combatir con medios reforzados las ataques especulativos contra la deuda europea.

La discusión sobre el reforzamiento del fondo de rescate para convertirlo en un efectivo cortafuegos que ponga fin al contagio de la crisis griega al resto de países continuará el próximo miércoles en una nueva cumbre extraordinaria de la eurozona ante la complejidad del tema y los detalles técnicos que aún deben perfilar los ministros de Economía y Finanzas.

La discusión durante la cumbre descartó la propuesta inicial francesa de dotar al fondo de rescate con una licencia bancaria para poder recurrir a la financiación prácticamente ilimitada que podría ofrecer el Banco Central Europeo (BCE).

FINANCIAR LA DEUDA La cancillera alemana, Angela Merkel, y el BCE se opusieron tajantemente a esa posibilidad, porque en su opinión constituiría una violación del Tratado de la Unión Europea (UE), que prohíbe al BCE financiar la deuda pública de los estados miembros. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, pese a contar con el respaldo de España y la mayoría de los países de la eurozona, se vio obligado a ceder frente al bloque formado por Alemania, Holanda, Finlandia y el BCE.

Los líderes comenzaron también a estudiar la posibilidad de complementar la capacidad de intervención del fondo de rescate mediante la creación de una especie de agencia adicional para intervenir en el mercado de deuda y que podría estar financiada colectivamente por instituciones monetarias, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) e incluso el BCE, y estar abierta a la participación de fondos privados y públicos.

La posibilidad de que en esa estructura especial pudieran acabar aportando fondos países como China, Rusia o los países petroleros preocupa a algunos líderes europeos ya que temen que la eurozona pudiera acabar perdiendo soberanía y control sobre la moneda única europea.

Los líderes de la eurozona continuaron también discutiendo sobre el quebranto que deben exigir a la banca y a los inversores privados en su cartera de deuda pública griega para aligerar la carga financiera que aplasta al país y posibilitar que pueda remontar la crisis.

La cancillera Angela Merkel defendió en la reunión de ayer que el quebranto sea el 60% de la inversión, siguiendo las recomendaciones del informe de los expertos de la UE-FMI que consideró esa era la cifra mínima para lograr reducir la deuda griega al 110% del producto interior bruto (PIB) en el 2020. Actualmente, la deuda griega supera los 350.000 millones de euros y equivaldrá al 162% del PIB a finales de año. Otros países, como Francia, consideraron que un quebranto del 60% era excesivo