Si la diplomacia española tiene históricamente alguna asignatura pendiente, ésa es el alumbramiento de una verdadera comunidad iberoamericana. Tal era el propósito del expresidente socialista Felipe González cuando alentó, en 1991, la celebración de la primera cumbre iberoamericana en Guadalajara (México). Trece años después, la ausencia de numerosos jefes de Gobierno en la cumbre de Costa Rica, celebrada el pasado noviembre en la ciudad de San José, selló un fracaso que España intentará corregir en el 2005 en la cita de Salamanca. Ésta ha sido la gestión de los Gobiernos españoles en el avispero iberoamericano.