Los colaboradores cercanos a Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba llevan semanas diciendo que la campaña tiene dos fases. Una primera centrada en los militantes, en actos muy similares a los mítines, y otra ya dirigida directamente a los delegados, que son quienes elegirán entre ambos el próximo 4 de febrero en el congreso socialista de Sevilla. La designación de los 972 representantes culminó ayer, y la batalla se presenta tan igualada que quien gane lo hará probablemente solo por un puñado de votos y tras haber desarrollado con éxito esta segunda etapa que comienza ahora. En las menos de dos semanas hasta el desenlace, los delegados serán sometidos a una enorme presión por parte de los aspirantes, que se volcarán en los que aún no son ni de uno ni de otro. Según fuentes imparciales, cerca del 15% de los dirigentes con derecho a voto siguen indecisos. Sobre ellos, las candidaturas pondrán en práctica toda su capacidad de persuasión. La mayor parte están en Extremadura, Aragón y Andalucía.

En encuentros a puerta cerrada, Chacón insistirá a los delegados en que el partido debe abrir una "nueva etapa" y no optar por soluciones ya conocidas que, a su juicio, por mucha seguridad que inspiren, han demostrado estar abocadas al fracaso. Y Rubalcaba hará valer su experiencia frente a una aspirante que los suyos tildan de "frívola" y más preocupada por la mercadotecnia que por la política.

EL ENIGMA ANDALUZ Porque diga lo que diga la propaganda que emiten sus entornos --mientras los dos aspirantes insisten en que no quieren entrar en la guerra de cifras--, ambos saben que todo sigue tan abierto como antes de la elección de delegados. Más aún si cabe, pues hasta hace poco a Rubalcaba se le daba como favorito y ahora los observadores neutrales señalan que Chacón cuenta con una pequeña ventaja gracias al apoyo casi uniforme del PSC (101 delegados) y sus ajustadas victorias en dos de las cuatro federaciones más numerosas: Valencia, que aportará 87 representantes, y Madrid, 79.

Andalucía es otra cosa. El territorio más importante (234 delegados), y al que se quiere dejar en mejor lugar porque a final de marzo habrá unas autonómicas en las que el PSOE puede perder el poder por vez primera, sigue sin decantarse. Ambos equipos se atribuyen apoyos mayoritarios en sus provincias, pero el hecho de que en muchas se hayan aprobado listas de integración, donde están mezclados los partidarios de los dos aspirantes, complica los cálculos.

Y los llamados congresillos que tuvieron lugar ayer no alteraron la sensación de simetría. En Málaga, la lista del presidente de la Junta y líder de los socialistas andaluces, José Antonio Griñán, en principio neutral pero al que cada vez más dirigentes del PSOE sitúan con Chacón, logró 22 de los 32 delegados. Cantabria, que se consideraba rubalcabista, se dividió: nueve representantes para el exvicepresidente y ocho para su rival. En Extremadura y Castilla-La Mancha hubo extrema igualdad. Y en Castilla y León ganó Rubalcaba.

CÁLCULOS DE PARTE Si los dos candidatos jugasen al Risk sobre el tablero de España, la zona noroeste sería para Rubalcaba, la oriental para Chacón y el centro y el sur estarían disputados. Pero puede haber cambios. Las candidaturas de los aspirantes sostienen que no los necesitan. Ya se dan como ganadores. La de Rubalcaba contó ayer entre 520 y 540 delegados a su favor, lo que supondría una diferencia de 130 a 150 votos con su contrincante. Y la de Chacón anunció que sus cálculos eran de 490 representantes que apoyaban a la exministra frente a 360 al exvicepresidente, junto a 108 de indecisos.

Ellos, mientras, continuaron con sus actos. Rubalcaba, en Santiago, apeló a la "unidad" socialista en torno a un "proyecto común". Chacón, en Granada, dijo: "Donde algunos ven lío, lo que hay es libertad. Donde algunos quieren ver división, lo que hay es democracia". Esos fenómenos no son excluyentes. Hay democracia y división. En los cónclaves provinciales se han jugado dos partidas simultáneas: una para el congreso federal y otra para los regionales. Se han medido las fuerzas, en una pugna sin mucha relación con Rubalcaba y Chacón.