Síguenos en redes sociales:

VISITA FRUSTRADA

Obama, el huracán que no pasó

Los sevillanos, entre la pena por el impacto económico perdido y el alivio de los comerciantes por retomar la normalidad

Obama, el huracán que no pasó

Gente paseando a primera hora; turistas, los pocos de estas fechas, haciendo selfis delante de la Giralda; tiendas abiertas y coches de caballos y taxis en sus paradas habituales en torno al triángulo monumental (Catedral, Archivo de Indias y Real Alcázar). Una mañana de sábado normal en Sevilla que apenas notó los trastornos del impresionante dispositivo que se había habilitado para la visita turística del presidente norteamericano Barack Obama y que finalmente no llegó a concretarse.

Los sevillanos se debatían el sábado entre la pena y el desencanto por haber perdido un enorme reclamo turístico y el alivio de comerciantes, taxistas y cocheros por poder mantener la actividad en un fin de semana tradicionalmente flojo en la ciudad ante la competencia de los sanfermines y la alerta naranja por las elevadas temperaturas. De hecho, muchos sevillanos, sobre todo los residentes en el centro histórico, habían optado por desaparecer a las playas cercanas para evitar los problemas de acceso a un área que iba a quedar completamente blindada al tráfico y la imposibilidad de moverse libremente. Tal era el control que el ayuntamiento había concedido unos permisos oficiales a las parejas de novios que se casaban este fin de semana en alguna iglesia del centro: ellos sí podrían acceder en coche para no estropear la imagen de la novia, pero los invitados a la boda debían buscarse la vida y, ellas, un calzado más cómodo para la caminata hasta la iglesia.

Otros reconocían que lo hacían por miedo a la sobreexposición que genera cualquier actividad del mandatario norteamericano. “Estos días he venido con temor, porque estaba al pie del cañón, y si pasaba algo sería justo aquí, éste era el punto de mira”, relataba Marina, una guía turística, a la entrada del Alcázar. Ante la puerta del recinto palaciego, un cartel indicaba que permanecería cerrado durante este sábado, previsiblemente para desmontar las estructuras habilitadas para medios de comunicación, y desde primera hora de la mañana ya se sacaron entradas a la venta por internet para el domingo.

VALLAS ARRINCONADAS

La “evaporación” de los cientos de agentes que estos días rondaban por el casco histórico ha servido de pista para muchos sevillanos. Las vallas que iban a impedir el paso permanecían amontonadas en las esquinas y la tarima destinada a la prensa en la Plaza del Triunfo, punto neurálgico del recorrido, siquiera fue montada. “Cuando llegué a primera hora y vi que no había policía, sospeché que algo había pasado”, explica Eugenia, empleada en una tienda de souvenirs justo enfrente de la Catedral. El exceso de agentes disuadió a mucha clientela, que “no querían entrar al ver a la Policía pidiendo datos o registrando los inmuebles”, explicaba Marina, de una tienda contigua. Y es que las cifras eran abrumadoras: más de 600 miembros de seguridad de Estados Unidos, entre CIA, FBI o el servicio secreto de la Casa Blanca y unos 4.000 policías y guardias civiles españoles velarían por la normalidad de la visita a Obama a España. Por si acaso, el presidente traía además hasta el coche oficial blindado, un vehículo de enormes dimensiones conocido como “la bestia” para el que ya se habían incluso cronometrado recorridos por las estrechas callejuelas de Sevilla desde el hotel donde iba a pernoctar hasta el centro monumental.

La anulación de la visita a Sevilla ha sido el comentario generalizado en todos los corrillos o la gente que paseaba por el centro de la ciudad este sábado. La noticia ha corrido como la pólvora a través de los medios de comunicación, y algunos entendían que era previsible ante los incidentes de Dallas. “Se le hubieran echado encima si se le ve paseando como si nada y de turismo por Europa”, justificaba Ana. Ante la entrada de uno de los hoteles donde se iba a alojar la comitiva presidencial, algunos especulaban con la posibilidad de que fuera la primera dama, Michelle Obama, la que realizara la visita “por eso de que a lo mejor su hija se viene aquí una temporada”. Tampoco faltaban los escépticos como Sandra, que insistía citando “buenas fuentes” en que la visita se iba a hacer pero en el más absoluto secreto.

IMPACTO YA HECHO

Desde el Ayuntamiento de Sevilla, la teniente de Alcalde Carmen Castreño (PSOE) insistía en minimizar el daño publicitario, y subrayaba que la ciudad ha demostrado estar preparada para montar un dispositivo de semejantes dimensiones. “El impacto ya está hecho, la ciudad ha salido en televisiones internacionales durante toda la semana y eso ya es una promoción impagable (...) Solo ha faltado el remate de la foto de Obama junto a la Giralda”. Las estimaciones eran mayores que la visita de Michelle Obama a Marbella (Málaga), cuando algunas consultoras cifraron el impacto económico en 800 millones y unos 50.000 hitos publicitarios. Por si acaso, el alcalde Juan Espadas ya ha remitido una carta a la Casa Blanca invitando a la familia Obama a visitar la ciudad en otro momento cuando ya abandone la presidencia.

Pulsa para ver más contenido para ti