Ya son más de 8.500 los sirios refugiados en Turquía para escapar de la represión, que se ha intensificado en el norte del país árabe después de los sucesos de Yisr al Shogut. Al otro lado de la frontera, mientras, cientos o miles de personas aguardan bajo la lluvia --presas del hambre y el frío-- sin decidirse a dejar su país.

Mientras tanto, France Presse informó de avances del Ejército sirio desde Alepo y Hama hacia la provincia de Idlib, fronteriza con Turquía, lo que hace temer nuevas oleadas de refugiados. Los cuatro campamentos en la provincia turca de Hatay han rebosado su capacidad, por lo que la Media Luna Roja de Turquía está levantando nuevos. "Aún no necesitamos ayuda de la ONU. Lo que deseamos es que el número de refugiados no aumente", manifestó ayer el viceprimer ministro turco Cemil Çiçek.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó ayer a Bashar El Asad, y le pidió que ponga fin a la violencia e inicie reformas democráticas "urgentemente". Turquía, que hasta hace un mes mantenía excelentes relaciones con Siria --hasta el punto de llegar a realizar consejos de ministros conjuntos en la frontera-- ha visto como Asad hacía oídos sordos a sus consejos, por lo que ha elevado el tono de sus críticas. Esto no sentó nada bien a Irán, que criticó la "campaña difamatoria" turca.